Reflexiones desde el Atlántico
La acción del hombre es un fuerte agravante del deterioro medioambiental provocado por la variación global del clima de la Tierra. “Un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables” es la definición que hace la Convención Marco de Naciones Unidas (CMNUCC) sobre el cambio climático.
Lo que conocemos como efecto invernadero o calentamiento global es el efecto de los gases que llegan a la atmósfera cuando se queman combustibles fósiles y forman un manto que atrapa el calor del sol. Sus consecuencias son las lluvias sin fin que provocan terribles inundaciones, los huracanes de furia descomunal, las sequías interminables…
Los países en vías de desarrollo son especialmente vulnerables a los devastadores efectos del cambio climático. El impacto del clima en los ecosistemas y en los sectores socioeconómicos es demoledor además de un freno en los planes de erradicación de la pobreza. Paradójicamente los más afectados por sus consecuencias son aquellos que menos han tenido que ver con la generación del problema, el 20% de la población mundial es responsable del 76% de las emisiones de CO2. Es una obligación de los países desarrollados reducir sus consecuencias e incrementar los recursos destinados a los más desfavorecidos.
En el año 2000 representantes de 191 países de la ONU suscribieron el compromiso de reducir la pobreza antes del 2015, para ello fijaron ocho objetivos uno de los cuales era la garantía de la sostenibilidad ambiental. Objetivo que no parece que pueda alcanzarse. La relación entre pobreza y acceso a la energía es palpable pero el desarrollo sostenible sólo puede sustentarse con la utilización de energías limpias.
Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción, asegura que no se puede erradicar la pobreza sino se genera un nuevo modelo económico basado en la energía sostenible y en los derechos humanos.
Los efectos del cambio climático afectan a la biodiversidad, a los recursos hídricos, a la agricultura, a la salud humana. El impacto negativo es especialmente significativo en los países en desarrollo a causa de sus especiales condiciones geográficas y climáticas. En la actualidad el número de desplazados por las guerras es superado en número por los desplazados medioambientales. Las previsiones más pesimistas se están cumpliendo, cada día es mayor el número de personas sin acceso al agua potable lo que repercute en el aumento del riesgo así como en la escasez de alimentos. Barbara Stocking, directora de Oxfam, señala al cambio climático como una de las tres causas de las grandes hambrunas en África junto con la existencia de conflictos y el sida.
El agua, un recurso limitado
Un 60% de la mortalidad infantil mundial es causado por enfermedades infecciosas y parasitarias, la mayoría de ellas relacionadas con el agua. “El acceso al agua potable y el saneamiento es esencial para todos los aspectos de la vida de los niños, desde la salud y la supervivencia hasta el respeto de su dignidad” (Clarissa Brocklehurst, jefa de la Sección de Agua, Saneamiento e Higiene de UNICEF).
Sin embargo, algo tan simple como abrir un grifo es inalcanzable para un elevado número de personas para las que el agua potable es un lujo fuera de su alcance…
La ONU advierte en su informe que “el agua en un Mundo de Cambio” que el agua potable es un recurso limitado que se encuentra en peligro; si tenemos en cuenta que el agua forma parte del entramado de factores que determinan la prosperidad y la estabilidad de una población, el conflicto está servido.
Para los expertos en este tema, la actual crisis hídrica, que tiene todos los visos de agudizarse, tiene su origen en la superpoblación y en el cambio climático; desde el año 1990, las principales fuentes de agua dulce renovable, los humedales se han reducido en un 50%. La deficiente gestión de los recursos hídricos y su injusta distribución agranda el problema.
“El agua es un asunto político. Uno de los objetivos del Foro es poner el agua en la agenda política de los gobiernos, los parlamentos y los dirigentes locales. Los políticos deben entender que el agua es importante para la salud, la dignidad y el desarrollo de los países”, (Daniel Zimmer, director asociado del Consejo Mundial del Agua). A pesar de los esfuerzos para que el agua se considere un derecho y no una necesidad, la declaración ministerial del Foro Mundial del Agua (Estambul, marzo de 2009) no reconoce el agua como un “derecho humano” porque no “existe ningún documento vinculante que reconozca que el agua es un derecho humano”.
Hay que destacar que fue una institución privada, financiada por una de las principales multinacionales del agua, la que organizó el foro, esta peculiar circunstancia hace sospechar que su objetivo real no fue otro que presionar para obtener una mayor privatización en la gestión de los recursos hídricos cuando lo que procedía es que se hubiese realizado bajo la supervisión de la ONU.
En palabras de Hasan Sarikaya, vicesecretario del Ministerio de Medio Ambiente de Turquía, la causa es que “el agua cuesta dinero, por eso no se ha declarado derecho humano, ya que (esta declaración) podría crear problemas”.
Más políticamente correctas se consideran las denominaciones “derecho básico” o “necesidad básica”. Aunque parece que en el fondo de esta cuestión subyace una falta de acuerdo en la redacción, la realidad es que esta discrepancia se remonta al debate del año 2002 en el Alto Secretariado de las Naciones Unidas, debate al que faltaron varios países, entre ellos España.
Energías fósiles y energías renovables
En este tiempo de crisis es importante no olvidar que la dependencia del petróleo marca el camino de la economía global, que las energías no renovables contribuyeron notablemente en la aparición del cambio climático y que la única alternativa es el desarrollo sostenible. Solo con una mayor apuesta por la agricultura ecológica, con medidas destinadas a disminuir la contaminación y con la potenciación de las energías renovables será posible mitigar sus consecuencias.
Para potenciar la agricultura ecológica es necesario desarrollar actuaciones encaminadas a proteger los productos elaborados desde la tradición, que tengan la calidad necesaria y en los que en su elaboración se tenga en cuenta la protección del entorno. Es imprescindible la aplicación de un fuerte control sobre las empresas que generan el mayor número de gases contaminantes sin olvidar que potenciar las energías renovables implica la substitución de modo progresivo de las energías fósiles por energías alternativas como la energía solar, la eólica, la hidroeléctrica y la energía geotérmica, entre otras. Sólo con la instalación de sistemas de climatización basados en bombas de calor geotérmicas, en aquellas zonas en las que sea viable este tipo de instalaciones, se generaría, además de un importante ahorro económico, una fuerte reducción de las emisiones de dióxido de carbono.
Pilar Rego es educadora social y bloggera
Blog de Pilar Rego
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