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sábado, 7 de agosto de 2010

CUÁNTO IMPORTA LA PREVENCIÓN

Francisco Javier Llaneza
Presidente de la Asociación Española de Ergonomía (AEE)

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Nunca importó en la formación universitaria, ni en el desarrollo de las tesis, ni se consideró materia de interés en las líneas de investigación en las Universidades. Aquello que en los programas universitarios era una “maría”, se acabaría transmutando, por arte de la Disposición Transitoria Tercera, en una Maestría. Es sabido que, generalmente, se sigue empleando la expresión de “seguridad e higiene en el trabajo”, cuando deberíamos hablar de “seguridad y salud”. Esta costumbre puede explicarse desde el equivocado entendimiento de que eran la Seguridad en el Trabajo y la Higiene Industrial las asignaturas fuertes para luchar contra los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Lo peor de todo no es la inadecuación del término, sino que esa realidad preventiva que expresa es, consecuentemente, errónea, trágica y mensurable.

Más que leyes

Como lo importante era reducir los accidentes en el trabajo, la terca realidad nos mostró que solo la Ley no bastaba, y tres lustros después seguimos igual, lamentando la falta de cultura preventiva, achacándolo a la crisis, a la precariedad, o culpando al otro. Sabemos, por la normativa en PRL, que la Ergonomía y la Psicosociología Aplicada es una especialidad preventiva básica, que algunos la han descubierto recientemente y que la mayoría la practica en clave legal, limitada y reduccionista: las pantallas de visualización (RD 487/1997) no matan, pero las nuevas tecnologías destruyen puestos de trabajo, y la manipulación de cargas (RD 488/1997), alzando un muro en torno a la búsqueda del necesario equilibrio entre producción y salud, o sea, las enfermedades profesionales por factores de riesgo ergonómicos (posturas forzadas, movimientos repetitivos, etc.), las cuales representan el 80% de las enfermedades reconocidas en nuestro país (vainas tendinosas, neuropatías, etc.). Mientras se discute sobre la nueva normativa (RD 1299/2006), las causas y las consecuencias de la infradeclaración al Sistema Nacional de Salud de patologías de origen laboral que se están tratando como contingencias comunes, se oculta que no existe normativa legal específica para luchar contra esas enfermedades -también conocidas como “lesiones por esfuerzos repetidos”- ni delimitación, pero sí proliferación de los métodos de evaluación para abordar la combinación de posturas forzadas y estáticas, movimientos repetitivos, desarrollo de fuerzas, etc. Sin duda, entre otras razones, hay una poderosa: con la organización (del trabajo) hemos topado.

Así seguimos, con una normativa en prevención de riesgos laborales que genera una multitud de obligaciones de difícil cumplimiento y diferentes responsabilidades jurídicas que se transforman en negativas cuando la seguridad de los sistemas y la integración del factor humano quedan relegadas a un papel marginal. Esa exclusión tiene una inmediata traducción: ni se diseñan ni se adaptan los puestos a las características psicofísicas de los ocupantes. O, de otro modo: el envejecimiento, la vuelta al trabajo tras un accidente, la falta de aptitudes o cualquier otra alteración, no tiene consecuencias sobre la variable determinante, la organización, las características técnicas y organizativas de los proceso y los puestos de trabajo. Sin embargo, factores como género, edad, contrato de trabajo, estado físico, nacionalidad, nuevas tecnologías, etc., aun cuando estén en la cadena de la causalidad de los accidentes, no suelen implicar ni la tan repetida “adaptación del puesto de trabajo” ni, muchos menos, cambios.

Responsabilidad en los accidentes

Los aspectos cognitivos de la interacción entre las personas, el sistema de trabajo y los diferentes artefactos presentes en el funcionamiento de los sistemas automatizados y el diseño de los factores organizacionales han sido, en gran parte, responsables de graves accidentes. El ergónomo o el ingeniero del factor humano, en su condición de analista de la conjunción compleja de estos factores tan heterogéneos, responsables de las disfunciones que conducen a estos accidentes, ha contribuido a una nueva forma de entender la seguridad y la prevención. La investigación, ya clásica, de los accidentes aéreos o de las centrales nucleares constituye una muestra de una determinada práctica de la Ergonomía orientada a evidenciar que la contribución del factor humano al comportamiento de un sistema es, al menos, tan importante como la fiabilidad de los componentes. Sistemas tecnológicamente complejos que son considerados fiables, en base a las elevadas medidas de seguridad de estos sectores intrínsecamente peligrosos, pueden fallar -según muestra la experiencia- y ocasionar graves consecuencias.

Pese a la experiencia de la Ergonomía en este campo, nada parece evitar que se oriente, de manera natural, hacia la explicación y comprensión de los accidentes de trabajo que diariamente dejan muertos en nuestro país. Los accidentes de trabajo constituyen un indicador de la realidad preventiva y la escasa o nula gestión de la empresa. De ahí que las organizaciones se resistan a la investigación de los mismos, que el acceso a la verdad de los efímeros hechos se vuelva imposible al instante y que la realidad se convierta en una reconstrucción a medida.

Por otra parte, la ineficiencia del modelo preventivo se muestra, igualmente, cuando, independientemente del modo adoptado, a pesar de la inversión en mejoras de los equipos y maquinaria, o la formación de los trabajadores, no se aprecia una reducción progresiva de la siniestralidad.

Los accidentes de trabajo en nuestro país no han tenido una evolución acorde con las expectativas puestas en la normativa sobre prevención de riesgos laborales. Por muchas razones que se han dado intentando explicar las causas de tal incremento (precariedad laboral, abuso de la subcontratación, aumento de la actividad económica, etc.), y aun cuando no existan soluciones mágicas, desde la perspectiva ergonómica o de la ingeniería del factor humano, sabemos que no habrá freno hasta que la prevención no sea realmente integral, integrada e interdisciplinar y se siga sin tener en cuenta el modelo preventivo que está plasmado en la Ley 31/1995. En el año 2001 se publicó el conocido como “Informe Durán”, a petición del Gobierno y elaborado por el entonces presidente del Consejo Económico y Social, Federico Durán, estando España, por aquellos años, a la cabeza de los países con mayor tasa de siniestralidad. Muchas de aquellas propuestas han quedado en el olvido o han sido aplazadas y las cifras actuales nos siguen situando a la cabeza de la siniestralidad laboral en la UE.


La importancia de los llamados riesgos psicosociales (organización contenido, duración del trabajo, ritmo, etc.) en la génesis de los accidentes no tiene la misma difusión ni se le da el mismo valor que cuando se aborda, sin más, como un problema en sí mismo. Reconocemos su papel preponderante, pero no por la consecuencia del estrés laboral y sus modalidades, sino como variables que son causa y consecuencia de los accidentes laborales.

Causas de los accidentes

Un estudio reciente del INSHT sobre el análisis cualitativo de la mortalidad por accidentes de trabajo en España durante el período 2005 a 2007, hecho en colaboración con las comunidades autónomas, señala que existe una media de 3,1 causas por accidente y, según los datos de distribución de bloques de causas de los accidentes mortales investigados en ese período, se concluye lo siguiente:

▪ Las deficiencias en la organización del trabajo y la tarea están presentes en el 95,46 % de los accidentes investigados.
▪ Las deficiencias en la gestión de la prevención están presentes en el 54,03 %
▪ En el 46 % había problemas de prevención intrínseca (deficiencias en el diseño, construcción y montaje de instalaciones y equipos de trabajo), apareciendo los factores individuales en el 40,93 % de los accidentes.
▪ También se dice que entre las causas más concretas de los accidentes mortales se apunta, en primer lugar, con un 26,92 %, a la concurrencia de un “método de trabajo inexistente o inadecuado”.

Estos datos deben llevarnos a completar el insuficiente modo de practicar la acción preventiva y a revisar el papel de la Ergonomía y la Psicosociología para intervenir sobre la organización y cambiar la conducta sobre la prevención de las plantillas (gerencia, mandos y trabajadores). Los datos que aportan las vivencias del trabajo son desconocidos por una realidad en la que el individuo está cada vez más apartado del trabajo, no solo por el taylorismo, sino por las nuevas formas de organización que exigen los condicionantes económicos del mercado y en las que el silencio -también sobre la evidente falta de medidas de seguridad- es la prudente medida para no perder el trabajo. Se vuelve al círculo vicioso en el que la mejora preventiva sigue estando ligada a la reducción de los indicadores negativos, los fracasos de la prevención (accidentes de trabajo, enfermedades profesionales, incidentes, etc.), mientras que los indicadores predictores de una cultura preventiva, como el comportamiento, los valores, las actitudes y la interacción entre el individuo y la organización, son ignorados.

Práctica fácil

Se debe comprender y facilitar la práctica de la Ergonomía y la Psicosociología Aplicada, o continuaremos, por lo tanto, lamentando los accidentes, y los empresarios deberán seguir asumiendo el sobrecoste de la ineficacia preventiva. Analizar y reconstruir los accidentes de trabajo implica buscar e identificar los factores organizativos que contribuyen al desencadenamiento del error humano; por ejemplo, la presión del tiempo, procedimientos de trabajo irreales, equipos inadecuados, falta de entrenamiento, mal mantenimiento, etc. Es preciso detenerse en aquellos factores capitales de la prevención y que siguen siendo inabordables o eternamente desviados a la categoría de factores psicosociales y, consiguientemente, asignados a la generación de las psicopatologías laborales, tratables en el ámbito empírico especulativo, como en el clínico, desestimadas mayormente en el ámbito jurídico, pero capaces de estar virtualmente de moda. Si los factores de riesgo organizativos son excluidos de la acción preventiva en base a esa relación, han de recuperarse para mostrar su importancia en la génesis de los accidentes de trabajo. Los factores de riesgo organizacionales constituyen los factores latentes que siempre están presentes, encadenados con otros en la génesis de los accidentes y relegados, y que no deben ser solo un punto de vista teórico, sino un modo práctico y real de prevenir los accidentes laborales. En una evolución que parece necesaria en la gestión preventiva de los riesgos laborales, el enfoque ergonómico resulta cada vez más necesario para comprender las situaciones de trabajo y los comportamientos laborales. No hay una buena prevención si en la etapa inicial de identificar y evaluar el riesgo no se analiza la actividad de trabajo y se considera al individuo.

Cambios en la prevención

Desde el reconocimiento del fracaso, asistimos a la espera de nuevos cambios radicales en la forma de abordar la prevención, empezando por el fin de la externalizacion e integración real en la gestión de la empresa, para continuar con los cambios en las conductas de los asalariados. Aun cuando la disminución de los accidentes de trafico constituya un referente para imitar y la estrategia nacional comprenda nuevas propuestas para mejorar, no debemos olvidar que el problema de la accidentalidad se zanja en el trabajo, no en las Administraciones, y que las medidas externas para combatir la siniestralidad no sirven por sí solas, sin la plena convicción del empresario de la asunción de estas obligaciones y, consecuentemente, diferentes acciones internas dentro de la propia organización para conseguir:

▪ Un trabajo donde exista el respeto de unos principios éticos. El reconocimiento del individuo, de su trabajo y de su contribución a la organización es un planteamiento ético; un deber hacia el trabajador, en tanto que, como ser humano, tiene la necesidad de ser reconocido en el ámbito laboral, como elemento clave para producir los cambio deseados y contribuir al éxito de la organización.
▪ Compatibilizar aparentes antagonistas, porque la globalización y la búsqueda de la calidad con productos de valor añadido pueden ser a costa de sistemas más rígidos de control y de intensificación del trabajo que acaben deteriorando las condiciones de trabajo (porque el empleo debería ser compatible con el trabajo digno y porque ese debe ser un derecho irrenunciable).
▪ Disponer de una perspectiva amplia de la prevención o de una eficaz gestión preventiva que comprenda la lógica extensión de la Ergonomía al núcleo de los factores psicosociales, con el objetivo de adaptar la organización, en cuanto sistema artificial, a los trabajadores, posibilitando su desarrollo personal y grupal. En definitiva, orientándose hacia el cliente interno con el objetivo de satisfacer sus necesidades y expectativas.

Los especialistas en Ergonomía aspiramos a cambiar el curso de la prevención y la inevitabilidad de los accidentes, llevando a cabo acciones para transmitir un conocimiento y un reconocimiento acorde con una disciplina cuya etimología y práctica tiene como objeto el estudio del trabajo, y, como afirma un importante ergónomo, “el mundo del trabajo es el laboratorio en el que se experimenta la sociedad”. Dejamos a los lectores que le den el significado que quieran a la palabra importar y pongan el signo que entiendan más adecuado (interrogación o admiración) al título de este artículo.


http://www.borrmart.es/articulo_laboral.php?id=2390

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