Por Antonio Rondón (Prensa Latina *)
Moscú, (PL) El verano más cálido en un milenio disparó la atención sobre las consecuencias del cambio climático en Rusia, donde 54 personas murieron y más de tres mil 500 quedaron sin techo por incendios forestales.
Los problemas meteorológicos se han ensañado con la zona euroasiática y llovió a punto de inundaciones en Europa Occidental y en países como la India y Paquistán mientras se registraban temperaturas de calor récord en Moscú con casi 40 grados. De acuerdo con algunos expertos, la parte del centro de Rusia y el Volga quedó atrapada en una campana de aire caliente como consecuencia de un anticiclón que impidió el paso a lluvias o a la masa de aire húmedo procedente del Atlántico o el Mediterráneo.
Sin embargo, las razones que formaron el anticiclón que impidió lluvias significativas por más de dos meses en la citada región rusa, será necesario buscarlas en los efectos del fenómeno de cambio climático, indicaron los especialistas.
El calor se mantuvo por encima de los 30 grados Celsius en la capital rusa y en las regiones de Moscú, Riazan, Vladimir, Varonizh, Nezhegorod, la república de Mari El y de Mordovia, todas ellas declaradas en emergencia por catástrofes naturales este agosto.
Las llamas destruyeron más de 835 mil hectáreas de bosques, divididas en unos 500 focos de incendios diarios, para un total superior a los 26 mil siniestros contra los cuales lucharon más de 165 mil bomberos y voluntarios.
Otros nueve mil militares y más de 200 unidades de técnica especial participaron en el combate contra los siniestros.
Algunos medios de prensa recuerdan que en una situación de catástrofe similar en 1972, fueron empleados unos 100 mil uniformados, los cuales intentaron entonces combatir los incendios de campos con el empleo de técnica blindada.
Alexander Isaev, director del Centro para los problemas de ecología y productividad de los bosques, consideró que la aprobación de un nuevo código sobre administración de áreas forestales eliminó casi por completo el Servicio de Guardabosques.
Según Isaev, cerca de 60 mil empleados de esa institución pasaron a cumplir otras funciones, después de haberse encargado por años del patrullaje de las zonas forestales y la ubicación y eliminación de esporádicos focos de incendios.
Además, el referido servicio, que el primer ministro Vladimir Putin promete restablecer, era el encargado de velar y multar a quienes violaran las normas de seguridad contra incendios, así como de impedir o autorizar la tala de árboles maderables.
De acuerdo con la televisión rusa, unos 200 casos de personas que organizaron fogatas en los bosques fueron detectados por el ministerio de Recursos Naturales, bajo cuya jurisdicción pasaron las funciones del antiguo Servicio de Guardabosques.
Por su lado, el semanario Vlast (de la casa editorial Kommersant) señala que de acuerdo con el código de administración de bosques de 2006, de los incendios forestales se deben ocupar las instituciones destinadas a ese fin por el citado ministerio.
El Servicio de Bomberos, adjunto al ministerio de Situaciones de Emergencia, sólo debe actuar en los casos en que se vea amenazada la vida de las personas, de poblados y de instituciones estratégicas como centrales nucleares, hidroeléctricas o instalaciones militares.
Precisamente, en medio del auge de los incendios fue devorada por las llamas una base de aviones de la Armada y un almacén militar de esa institución, entre otras instalaciones, por lo cual el presidente Dmitri Medvedev dejó cesantes a varios altos oficiales.
De otro lado, la propia combustión de los bosques, sin contar la de los campos de turba, produce un daño a la ecología de notables proporciones.
Así, para la extinción de incendios forestales se emplean tensoactivos que contienen fluor y provocan daños al medioambiente, a los animales y a la capa de ozono, consideran especialistas.
Una hectárea de bosque en llamas emite a la atmósfera entre 80 y 100 toneladas de partículas en suspensión y de 10 a 12 toneladas de una masa gaseosa que contiene monóxido de carbono, óxido de azufre y óxidos de nitrógeno.
Además, la quema de los árboles provoca la proliferación de insectos y hongos nocivos en los bosques, en tanto muchos animales mueren o deben cambiar su zona de hábitat.
Los árboles más vulnerables durante los incendios forestales son el roble, el fresno y el abeto, destacan ecologistas.
En los últimos 18 años, los incendios forestales más intensos se registraron en 1998, con 200 mil hectáreas, en coincidencia con la crisis de impagos de Rusia de agosto de ese año.
La mayor cantidad de focos de siniestros en los bosques ocurrió en 2002 con 50 mil, incluidos los provocados por la combustión de la turba en la región que rodea Moscú.
Aunque sin la intensidad de esta ocasión, la capital también fue cubierta entonces por el humo de la turba quemada, originada a partir del proceso de secado de pantanos realizados a mediados del pasado siglo en la región de Moscú para emplearla como combustible.
Los expertos consideran que el nivel de humedad relativa para que arda la pólvora es de 25 por ciento, mientras que el de la turba es de apenas 27. Con calores permanentes de más de 30 grados Celsius, en medio de una sequía extrema, la reacción no se hizo esperar.
Pero el director del Instituto de Administración de Bosques de la Academia de Ciencias de Rusia, Andrei Sirin, estima que el asunto de la turba también esta relacionado con su atención.
El proyecto de secar los pantanos para emplear la turba obtenida como combustible estaba bajo control estatal en la época soviética, pero con los cambios operados en el país en la década de 1990, la relación respecto a la propiedad sobre áreas boscosas cambió.
Al respecto, Isaev aclara que en un principio sólo se tomó en cuenta la propiedad sobre la tierra, sin incluir los bosques, hasta introducirse cláusulas que permitieron la compra de terrenos, en los cuales el dueño se comprometía a cuidar los bosques y apagar el fuego.
Muchos campos de turba fueron comprados por empresas que se encargaron de su cuidado, pero otras muchas áreas quedaron abandonadas, sin la aplicación de un proceso de profiláctica hasta que tocó el turno a la ola de calor para hacerlos arder.
Consecuencias económicas de los incendios
En un principio, los primeros incendios surgidos a inicios de julio llamaron poco la atención, pues son casi habituales en la Taiga y otras zonas de gran concentración de bosques, y más bien preocupaba el impacto de la sequía en la zona central y del Volga.
La república de Tatarstán, por sólo citar un ejemplo, perdió casi el 80 por ciento de los cultivos de trigo, mientras debió suspender la producción en la fábrica de camiones Kamaz por los incendios, algo similar a lo que hizo la automotriz Lada, en la ciudad de Togliati.
Especialistas citados por el diario Kommersant calculan que las pérdidas directas del calor, la sequía y los incendios forestales podrían alcanzar los 15 mil millones de dólares, lo que equivaldría a casi un uno por ciento del Producto Interno Bruto de este año.
Por el momento, sólo son pronósticos de expertos, pues el gobierno se abstuvo de adelantar datos en ese sentido.
La cifra incluiría pérdidas de la industria agrícola, sobre todo el cultivo de trigo y la ganadería, reducción del fondo forestal, así como erogaciones estatales para el pago de compensaciones a los damnificados y la construcción de sus nuevas viviendas.
A ello se agregan pérdidas por la suspensión de las exportaciones de trigo que quedaron congeladas, en un principio, entre el 15 de agosto y el 31 de diciembre de este año.
El semanario Blast afirma que para este año se prevé una reducción de la disponibilidad de pasto para el ganado en unos tres millones 500 mil toneladas, por lo cual existe el peligro de especulación con los productos alimenticios.
La Fiscalía General y el Servicio Antimonopolio fueron encargados por Medvedev para seguir de cerca y detectar a los responsables de ese tipo de especulación.
Blast afirma que desde inicio de este año, el trigo sarraceno se encareció en un 51 por ciento y la harina en 2,5.
Al mismo tiempo, los incendios impusieron condiciones económicas muy específicas, en especial, en esta ciudad, con un aumento inusitado de los precios de los ventiladores y aires acondicionados, cuyos servicios de instalación también se encarecieron.
Lo mismo ocurrió con productos refrescantes como el helado, el agua embotellada, los refrescos y los jugos, mientras la ola de calor derivó en ofertas como la de pasar la noche en una oficina pública para aprovechar el aire acondicionado.
El interés de los moscovitas por abandonar una ciudad donde la concentración de contaminantes llegó a superar en siete veces la norma permitida, creó una demanda voraz en las agencias turísticas y llevó a situar vuelos charter adicionales a las aerolíneas.
Al mismo tiempo, tras casi dos meses de intenso calor, en Moscú se registró una reducción drástica del oxígeno que osciló entre un tres y un 75 por ciento, según la zona, indicó el director del Centro Nacional Meteorológico de Rusia, Roman Vitifand.
En la atmósfera de Moscú se registraron 268 gramos de oxígeno por cada metro cúbico de aire, por debajo de la norma de 304, indicó.
De su lado, el jefe del Servicio de Epidemiología de Rusia, Alexander Onishenko, negó que los incendios forestales pudieran influir negativamente en la situación radiactiva del país.
El ministerio de Situaciones de Emergencia movilizó a bomberos y técnica contra incendios para evitar que las llamas tomaran fuerza en zonas boscosas de Riazán, en su momento contaminadas por la ola radiactiva, tras la catástrofe en la central nuclear de Chernobil.
Todo ello ocurre pasado sólo unos meses de la malograda cumbre sobre cambio climático de Copenhague, donde la posición de varias potencias occidentales impidió llegar a un consenso sobre las medidas para evitar los daños al medioambiente.
(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Rusia.
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