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martes, 18 de octubre de 2011

Día Mundial de la Alimentación, 16 de octubre de 2011


"Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad”

Entre 2005 y 2008 los precios mundiales de los alimentos básicos alcanzaron sus máximos valores en 30 años.
Durante los últimos 18 meses de dicho período el precio del maíz aumentó un 74 %, mientras que el del arroz se multiplicó por cerca de tres ―concretamente, se incrementó un 166 %―.

En más de 20 países se registraron disturbios relacionados con los alimentos. Los editorialistas decretaron el fin de los alimentos baratos. Los economistas creen que es probable que los altibajos de los precios experimentados desde 2006 se repitan en los próximos años. En otras palabras: es probable que la volatilidad de los precios de los alimentos —el término técnico con el que se denomina el fenómeno— haya venido para quedarse.

“Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad” se ha elegido como el tema del Día Mundial de la Alimentación de este año para arrojar luz sobre esta tendencia y sobre las medidas que se pueden adoptar para mitigar sus efectos en la población más vulnerable.
Las variaciones drásticas de los precios, especialmente al alza, constituyen una grave amenaza para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. La población pobre es la más gravemente afectada. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2010-11 el aumento de los costos de los alimentos llevó a cerca de 70 millones de personas a la pobreza extrema.

Por lo que hace a los países importadores netos de alimentos, los repuntes de los precios pueden perjudicar a los países pobres haciendo que les resulte mucho más caro importar alimentos para su población. En el plano individual, las personas que viven con menos de 1,25 USD al día pueden verse obligadas a saltarse una comida cuando aumentan los precios de los alimentos. Los agricultores también se ven perjudicados porque necesitan saber los precios que conseguirán sus cultivos en el momento de la cosecha cuando aún faltan meses para ello.

Si es probable que consigan precios elevados, plantarán más. Por el contrario, si se prevé que los precios sean bajos plantarán menos y reducirán costos.
Las rápidas variaciones de los precios hacen que el cálculo resulte mucho más difícil. Resulta muy fácil que los agricultores puedan acabar produciendo demasiado o demasiado poco. En los mercados estables pueden ganarse bien la vida, mientras que los mercados volátiles pueden arruinarlos al tiempo que desincentivan la muy necesaria inversión en agricultura.

Consciente de la gran amenaza que las variaciones de los precios de los alimentos suponen para los países y las personas más pobres del mundo, la comunidad internacional, liderada por el G-20, se activó en 2011 para encontrar maneras de afrontar la volatilidad en los mercados internacionales de productos alimenticios.
Para saber cómo y hasta qué punto podemos controlar la volatilidad de los precios de los alimentos, es necesario saber con exactitud por qué, en tan solo unos pocos años, el mercado mundial de alimentos, que era estable y presentaba precios bajos, se convirtió en un mercado turbulento caracterizado por altibajos repentinos de los precios.

Las semillas de la volatilidad actual se plantaron en el siglo pasado cuando los responsables de la toma de decisiones no consiguieron entender que el boom de la producción que disfrutaron muchos países no iba a durar para siempre y que era necesario continuar invirtiendo en investigación, tecnología, equipo e infraestructura.
En los 30 años transcurridos desde 1980 hasta la fecha, la proporción de la asistencia oficial para el desarrollo destinada por los países de la OCDE a la agricultura ha disminuido un 43 %. Es probable que la financiación insuficiente continuada de la agricultura por parte de los países tanto ricos como pobres sea la principal causa de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día.

También contribuye a la actual rigidez de los mercados el rápido crecimiento económico de las economías emergentes, como resultado del cual cada vez hay más personas que comen más carne y productos lácteos y, en  consecuencia, la necesidad de pienso está aumentando rápidamente. El crecimiento de la población, con cerca de 80 millones de nuevas bocas que alimentar cada año, es otro elemento importante. La presión demográfica se ve agravada por los fenómenos meteorológicos erráticos y a menudo extremos ocasionados por el calentamiento mundial y el cambio climático.
Otro factor contribuyente podría ser la reciente entrada de inversores institucionales con sumas muy grandes de  dinero en los mercados de futuros de productos alimenticios. Por último, una parte notable de la culpa recae sobre las políticas agrícolas distorsionadoras y las políticas comerciales proteccionistas.

Por lo tanto, para responder a la volatilidad de los precios de los alimentos se requieren dos tipos diferentes de medidas. Las medidas del primer grupo abordan la propia volatilidad y tienen como fin reducir las variaciones de los precios mediante intervenciones concretas, mientras que las del segundo tienen como objetivo mitigar los efectos negativos de las variaciones de los precios en los países y los individuos.
Una mayor coordinación de las políticas de comercio internacional de alimentos puede reducir la volatilidad ayudando a mantener un flujo garantizado de productos. La FAO respalda las negociaciones multilaterales celebradas bajo los auspicios de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la eliminación de las subvenciones a la agricultura existentes en los países ricos, que distorsionan el comercio.

En materia de especulación, la investigación realizada por la FAO sugiere que, si bien podría no ocasionar la variación de los precios, sí podría exacerbar su magnitud y su duración.

Se necesita más y mejor información para incrementar la transparencia del comercio en los mercados de futuros. Ello ayudaría a garantizar que los gobiernos y los comerciantes tomen decisiones fundamentadas y a evitar el pánico y las reacciones irracionales.
En lo tocante a la mitigación de los efectos de la volatilidad, las redes de seguridad nacionales o regionales que incluyan, posiblemente, reservas alimentarias de emergencia pueden ayudar a garantizar el suministro de alimentos a los grupos de población necesitados y vulnerables durante las crisis. También se puede ayudar a los consumidores pobres mediante efectivo o cupones de alimentos y a los productores mediante insumos como el fertilizante y las semillas.

Los mecanismos basados en el mercado pueden ayudar a los países en desarrollo de bajos ingresos a hacer frente a costos totales más elevados de las importaciones de alimentos. En el plano nacional los gobiernos pueden protegerse del incremento de los precios de los alimentos mediante diversos mecanismos financieros como las opciones de compra, que les otorgarían el derecho a comprar alimentos a un precio determinado incluso con varios meses de antelación, independientemente de la evolución del mercado en el entretanto. En el plano internacional, los mecanismos de compensación pueden ayudar a los países en desarrollo de bajos ingresos a hacer frente a costos totales de las importaciones de alimentos cada vez mayores. Los mecanismos de financiación en condiciones favorables como los proporcionados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) ayudaron a los países a afrontar los problemas relativos a la balanza de pagos provocados por el encarecimiento de los alimentos en 2007-08.

No obstante, en última instancia la estabilidad del mercado de alimentos depende del incremento de la inversión en agricultura, especialmente en los países en desarrollo, donde vive el 98 % de las personas que pasan hambre y donde la producción de alimentos deberá doblarse de aquí a 2050 para poder alimentar a la creciente población.
La inversión en infraestructura, sistemas de comercialización, servicios de extensión y comunicación y educación, así como en investigación y desarrollo, puede incrementar la oferta de alimentos y mejorar el funcionamiento de los mercados agrícolas locales, con lo que se pueden conseguir unos precios menos volátiles.

De este modo los mercados pueden trabajar en pro de la población pobre, que es quien soporta la carga de la volatilidad de los precios de los alimentos. La cuantía de las inversiones netas necesarias asciende aproximadamente a 83 000 millones de USD anuales, monto que ayudaría a millones de personas de todo el mundo a escapar de la pobreza y favorecería la restauración de la estabilidad a largo plazo de los mercados agrícolas.

En el Día Mundial de la Alimentación de 2011, analicemos en profundidad las causas de la variación de los precios de los alimentos y tomemos las medidas necesarias para reducir sus repercusiones en los miembros más débiles de la sociedad mundial.
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