Los científicos atribuyen las temperaturas extremas de este invierno a la Oscilación Ártica, un fenómeno aleatorio sin relación con el calentamiento global.
15 Enero 10 - Madrid - Belén Tobalina
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Con la llegada de los fríos, el país se colapsa. No es para menos. En Sevilla no veían nevar desde el 54. En Madrid también nevó y cuajó, y, por temor a que llegaran (como ha sucedido) días más cálidos que arrasaran con el manto blanco, muchos fueron los que, cámara en mano, se acercaron hasta el Parque del Buen Retiro. Entre árboles de toda índole y patos resistiendo, que eso bien saben hacerlo, sobre el hielo que se formó por la noche del pasado domingo en el lago del Palacio de Cristal, se oía a más de uno y de dos preguntarse con o sin sarna que dónde estaba ahora el cambio climático. Y si los ciudadanos bromeaban con eso, lo cierto es que los científicos no se aclaran con que si la llegada de este frente frío por un fenómeno aleatorio llamado Oscilación Ártica tiene o no alguna relación con el cambio climático.
«El frío y la nieve reciente no están relacionados con el cambio climático mundial (calentamiento global o enfriamiento global temporal). Es el resultado de un fenómeno aleatorio llamado Oscilación Ártica, que se produce más fuertemente en los inviernos, aunque puede también ocurrir en otras estaciones. Se trata de un patrón de circulación de viento a gran escala que envuelve América del Norte, Europa y Asia», explica el científico de renombre internacional Anthony Barnston, del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI), de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
«Es un modelo por el que la zona del Ártico –prosigue– tiende a tener la presión atmosférica más alta que la media (y por lo tanto ser más caliente y menos nevado que la media), mientras que las latitudes medias (como gran parte de Europa, partes de Asia, EE UU y el sur de Canadá) tienen una menor presión atmosférica, hace más frío y llueve más que la media. Ese patrón, que ha estado ocurriendo durante las últimas cuatro semanas, es la fase negativa de la Oscilación Ártica. Mientras que durante la fase positiva ocurre exactamente lo contrario: calor y sin lluvias en Europa, EE UU y partes de Asia, y frío y nieve en latitudes muy altas, como el Ártico, Islandia y Groenlandia. A veces, un período continúa por un largo tiempo, como un mes o dos, tal y como ha sucedido ahora.
«La Oscilación Ártica se produce principalmente al azar, sin ninguna causa externa, como puede ser la temperatura del océano anormal o el incremento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Durante la fase negativa, que es en la que estamos ahora, el chorro de presión va más al sur que la media, y el aire (frío), que por lo general va más al norte es impulsado en lugares con climas generalmente más leves, como España. Nosotros estamos teniendo el mismo tipo de clima en la zona oriental de Estados Unidos (Nueva York, Washington DC, etcétera) porque la extensión espacial de este fenómeno es muy grande», detalla.
Barnston avanza que «los pronósticos de modelos recientes indican que habrá una disminución en la fase negativa de la Oscilación del Ártico en la semana que viene, y una tendencia de calentamiento hacia temperaturas más normales, por lo que no debería continuar (el frío en España) en lo que queda de enero».
En resumen, «el clima frío y tormentoso reciente no se ha debido al cambio climático, sino más bien a un fenómeno del clima relacionado con el patrón de circulación de la Oscilación Ártica, que podría ocurrir a pesar un cambio en el clima de la Tierra», concluye.
El padre del término cambio climático, el científico estadounidense Wallace Broecker, explica, sin utilizar este término que él «acuñó» en 1975, que «en Florida se está registrando un frío casi sin precedentes (una vez en una década o dos). Es parte de lo que se llama Oscilación del Atlántico Norte», un fenómeno relacionado con la Oscilación Ártica.
Pero los datos son los datos. La temperatura media de los últimos 44 inviernos registrada en España ha sido 7,79º C, según los datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Y según dichos registros, lo cierto es que a partir del año 2000 los termómetros se enfriaron en comparación con los años 90, al registrarse de media 7,89º C en vez de los 7,98º C que hacían cuando Tom Waits publicaba, entre otros, su disco Bone Machine. Eso sí, son más cálidos si se compara con los años 70 y 80, que fueron más fríos, con 7,56 y 7,80º C. En otras palabras, la temperatura media de los inviernos de los últimos 44 años es prácticamente la misma, sólo 0,1ºC más cálida que en los últimos 44 años, según los datos de Aemet.
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