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jueves, 7 de enero de 2010

Análisis de Seguridad en el Trabajo – Una estrategia de prevención de accidentes

La prevención de los accidentes es la materia prima de la mayor parte de declaraciones de políticas de salud, seguridad y protección del medio ambiente en las empresas. La palabra prevención aparece inevitablemente en la fórmula que se establece para intentar mantener a raya los accidentes en la empresa.

También la prevención es considerada clave en las campañas institucionales que se repiten por lo menos una vez al año, especialmente cuando se celebra la famosa “semana de la seguridad”. Prevenir es mejor que lamentar, dicen los afiches, prevenir es mejor que curar, la prevención es la mejor herramienta de un programa de seguridad industrial, dirán otros.
Pero nadie que le apueste a esta actitud describe los métodos prácticos de la prevención. La palabra prevención se lanza al aire como una especie de reto a toda la comunidad trabajadora, pero el texto que la contiene muchas veces se queda a ese nivel, el texto de una política, muy pocas veces desarrollado en términos de la prevención que se pregona.
Pero… se requiere que entendamos qué es lo que realmente queremos y debemos prevenir.
Lo primero que tenemos que tener en mente es que toda actividad humana está rodeada de peligros, que se definen como aquellos actos o condiciones que pueden causar un daño.
Lo segundo es que para poder prevenirlos, debemos identificar todos y cada uno de los peligros presentes en toda tarea laboral.
A continuación tenemos que definir qué controles debemos implementar y aplicar, a cada uno de los peligros identificados, para evitar que éstos se puedan materializar en eventos accidentales, o de acción acumulativa, que puedan producir daños, cualesquiera sea la magnitud de esos daños.
Hacer todo lo anterior significa analizar todos los aspectos de seguridad de la tarea, lo que constituye el Análisis de Seguridad del Trabajo, una de las mejores y más sencillas técnicas de prevención, a la cual deben tener acceso todas las personas que de una u otra forma enfrentan cotidianamente los peligros propios de la actividad laboral. Es lo que se ha popularizado ya con el nombre de AST.
Hablando de prevención, voy a incluir en este escrito un ejemplo bastante notable: Franz Kafka, el connotado escritor checo, autor de “El Proceso” y “La Metamorfosis” fue un destacado profesional de la prevención. Así lo indica el artículo que publicó en el periódico Gablonzer Zeitung, el 2 de mayo de 1910 bajo el título “Indicaciones de prevención de lesiones en trabajos de maquinarias para elaboración de la madera”. En su crónica, Kafka determina que la frecuencia de accidentes es mayor en la máquina canteadora y recomienda otro tipo de cuchillos.
Destaca, en un artículo titulado “Medidas para la prevención de accidentes” el ejemplo de cómo el cuchillo en la cepilladora reduce la cantidad de accidentes a los operadores.
Demuestra asimismo que la frecuencia de accidentes y lesiones se puede minimizar en los trabajos de diferentes máquinas, con la colocación de protecciones en los puntos de transmisión y operación.
En su papel de prevencionista creó y seleccionó varios elementos de protección de máquinas, en original o como modelo; seleccionó elementos de protección personal, material que se mantuvo en oferta para cualquiera que se interesara. Además, preparó las dispositivas en material para la capacitación de diferentes arreglos de seguridad y elementos de protección personal. Fue funcionario de la Oficina Aseguradora de Trabajadores para el caso de Accidentes, con sede en Praga, en donde trabajó durante 14 años hasta ser pensionado por invalidez en 1922.
Lo que hizo Kafka fue intervenir directamente, no solo en la formulación de las necesidades de prevención, sino que él mismo identificó los peligros, diseñó equipos de protección, tanto para maquinaria como para personal, y especificó procedimientos de prevención, además de que educó a los trabajadores en métodos de prevención de ACCIDENTES Y ENFERMEDADES. Y esto lo hizo a comienzos del siglo XX cuando no había mucha tecnología desarrollada, tanto para producir bienes de consumo como para prevenir riesgos en la actividad productiva.
Cuando Kafka estaba en plena madurez preventiva, nació la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, como fruto del Tratado de Versalles que puso fin definitivo a la Primera Guerra Mundial, para iniciar tímidamente la gran tarea que cumple actualmente en defensa y protección de los trabajadores contra los riesgos existentes en los lugares de trabajo.
Como dato adicional, de gran importancia, Peter Drucker, el llamado Padre de la Administración, revela en su libro “Managing in Next Society” que Franz Kafka inventó el casco de seguridad. Por ese invento recibió una medalla, en 1912, debido a que se comprobó que su uso produjo una reducción en lesiones mortales en la fábrica de acero de Bohemia, a menos de 25 por cada 1000 trabajadores.
Hay un hombre ilustre, considerado el más sobresaliente consultor de prevención de accidentes que hay en los Estados Unidos, cuya fama trasciende las fronteras, puesto que es bien conocido en todo el mundo. Su nombre es Frank E. Bird, fundó y presidió por años el International Loss Control Institute (ILCI). Es autor del libro Administración Práctica del Control de Pérdidas, en el cual escribió lo siguiente:” Si no te interesa hacia dónde vas, cualquier camino te llevará allí. Cuando realmente te interese hacia dónde vas, querrás tomar el mejor camino.” Y continúa: “La experiencia de los otros que realizaron el viaje con éxito puede darte el mapa que te ayudará a planificar, organizar y dirigir la forma de controlar las pérdidas accidentales. Mi objetivo aquí, por consiguiente, es compartir experiencias con ustedes para evitar caer en ese peligro latente que tiende a desviarnos del camino, y darles algunas ideas para mantenerse en la senda del éxito”.
La labor prevencionista del señor Bird lo ha llevado a los escenarios y organismos en todo el mundo, adonde han llegado sus enseñanzas. Fue Frank E. Bird quien ideó el Triángulo de Bird, después de analizar más de un millón y medio de reportes de investigación de accidentes, durante su labor en una compañía de seguros contra accidentes en la industria. Al cabo de este estudio, que le tomó mas de cuatro mil horas, llegó a la siguiente conclusión: por cada accidente con lesión incapacitante, con pérdida de más de tres días, se presentan 10 con lesiones menores, sin incapacidad, treinta accidentes con daños materiales a la propiedad y 600 casi-accidentes, que no producen lesiones ni daños.
Hay, por supuesto, muchísimos más personajes, la mayoría incógnitos, que han dedicado y siguen dedicando todos los días de su vida a la labor de prevención, con la mira puesta en la disminución del dolor humano producido por las miles de lesiones que se producen en la exposición de los trabajadores frente a los peligros del ambiente laboral.
Miremos algo de cifras. Según la Federación Colombiana de Aseguradores, Fasecolda, en 2006 hubo en Colombia 291,806 accidentes de trabajo (uno cada dos minutos trabajados), 43,500 más que en 2005 y 68,174 más que en 2004. De esos casi 300 mil accidentes de 2006, 483 se convirtieron en muertes, más de uno por día. En 2005 los muertos fueron 450. ¿Cuántos de estos accidentes, incluyendo las muertes, se pudieron haber prevenido? La respuesta: posiblemente todos.
¿Era necesario que estos accidentes ocurrieran?
Respuesta: definitivamente NO.
¿Y qué pasa con los planes de prevención que establecen las leyes laborales y que se mencionan en todas las declaraciones de políticas de seguridad de las empresas?
¿Fracasan los programas de prevención de accidentes? ¿Por qué?
Ray Lehr, Coordinador de Programas de Prevención de Accidentes de uno de los gremios más grandes en los Estados Unidos, Asociación Americana de Manejo y Tratamiento de Aguas, pronunció hace muchos años una alocución en un Congreso del ramo, donde dijo, entre otras cosas: “ Por qué fracasa un programa de prevención de accidentes, o cualquier programa? Una razón, de hecho, es la falta de compromiso de la gerencia. Si su gerente no apoya financieramente al programa y le dedica tiempo, o no lo apoya, yo les garantizo que el programa está predestinado al fracaso. No es necesario que sea un programa de prevención de accidentes.
La primera causa del fracaso de un programa de prevención de accidentes es la falta de compromiso por parte de la gerencia. Y bien, ¿qué significa, para mí, compromiso? Nadie está en contra de la prevención de accidentes y sería disparatado de mi parte si yo me levantase y dijese, Cáspita! Enrique, el gerente está en contra de la prevención de accidentes. La gente no está en contra de la prevención de accidentes, sólo le falta comprensión. Nadie desea ver gente que se lastime. Aceptemos todo esto. Todos nosotros en nuestro carácter de gerentes y supervisores estamos comprometidos con la prevención de accidentes. Lo que ocurre, quizás, es que no estamos lo suficientemente comprometidos.
Compromiso significa participar activamente en el programa de prevención de accidentes.”
Continúa Ray Lehr, cuando hace referencia a Peter Drucker. “En uno de sus libros hizo este comentario: La ignorancia sobre la función de la gerencia, de su trabajo, de sus normas y de sus responsabilidades es una de las debilidades más serias de nuestra sociedad industrial, y es casi universal. Permítanme ahora frasear un poco esta expresión. El mayor fracaso de un programa de prevención de accidentes radica en la falta de de comprensión de la manera de controlar las pérdidas accidentales debido a la ignorancia del trabajo que hay que hacer para prevenir accidentes, y de las responsabilidades que hay que asumir para alcanzar el éxito del programa. Cuando uso la palabra ‘ignorancia’ no quiero decir ‘estupidez’; quiero decir falta de conocimiento. Los gerentes no son estúpidos pero sí ignorantes, porque no fueron educados sobre los elementos que conforman los programas de prevención de accidentes.”
Bueno, ya que llegamos a este punto, ¿qué sigue? Pues la acción. Una vez que nos hemos comprometido, debemos identificar las actividades necesarias para que el programa sea efectivo. Tenemos que identificar aquellos elementos que consideremos críticos para tener un programa de prevención de accidentes. Por ahí comienza el trabajo. Hasta cierto punto, para un buen programa la mayoría de actividades de trabajo tienen que formar parte de él. Una vez identificados los elementos críticos, debemos volver a Drucker con respecto a sus comentarios sobre la ignorancia de las normas:” Debemos establecer normas para desarrollar los programas, asignar responsabilidades a las personas que deben aplicar y vigilar el cumplimiento de esas normas. Toda la línea de mando debe asumir sus responsabilidades, enmarcadas dentro de los programas creados por las políticas. Si un supervisor no asume responsabilidades hacia la prevención de accidentes y no se le exige una rendición de cuentas, el programa no funcionará, o no existirá. La prevención de accidentes es una responsabilidad de la gerencia de la línea de mando. Los coordinadores de seguridad que existen en las empresas desempeñan funciones de asesoría, no pueden ser responsabilizados de la prevención de accidentes. Esa responsabilidad es de la línea de mando. El coordinador tiene funciones de auditar, consultar, ayudar a proporcionar pericias técnicas, ayudar a organizar reuniones de prevención de accidentes y desarrollar programas, pero no es responsable de ponerlos en práctica. La supervisión, en toda la línea de mando, es la responsable de la prevención. Esto tiene que ser claro.
La propuesta que aparece en el titular de este artículo, AST una estrategia de prevención, es una de las formas más usadas para descubrir los peligros de toda tarea y programar acciones para eliminarlos o controlarlos. El AST también puede contribuir a la educación de los trabajadores en todas las operaciones. Es una buena manera de familiarizar a los trabajadores con los peligros de su tarea, para ayudarlos a reducir errores en su realización.
El análisis de seguridad del trabajo (AST) es una herramienta útil de la administración, que permite identificar sistemáticamente los peligros potenciales y las medidas que deben tomarse para eliminarlos, antes de que ocurran los accidentes.
Los beneficios máximos del AST se obtienen cuando se ponen en práctica los resultados del análisis. Una vez establecido, un programa de AST puede convertirse en el fundamento sobre el cual se han de desarrollar muchas otras actividades de entrenamiento de seguridad para el trabajador. Un programa de éstos, documentado y actualizado, se convierte una excelente guía para el entrenamiento inicial y recordatorio del trabajador.
Cualquier investigación de un accidente debería tener un análisis de AST para asegurarse de que es correcta, que se encontraron todos los peligros y que se propone tomar las medidas apropiadas para evitar su repetición.

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