El presidente Barack Obama y su par chino Xi Jinping acordaron encarar "un nuevo modelo de cooperación" frente a los problemas globales
Obama y Xi acordaron trabajar juntos y limar las asperezas generadas hasta ahora. Foto: Reuters |
RANCHO MIRAGE, Estados Unidos.- Estados Unidos y China acordaron hoy emprender un esfuerzo conjunto para combatir el cambio climático , con el compromiso de trabajar para reducir las emisiones de gases hidrofluorocarbónicos (HFCs) y de efecto invernadero.
En un comunicado emitido tras la cumbre entre los presidentes Barack Obama y Xi Jinping en Rancho Mirage, en California, ambas partes se comprometieron a encarar recortes de la producción y el uso de esos gases, grandes responsables del cambio climático.
"Hoy, el presidente Obama y el presidente Xi acordaron dar un importante nuevo paso en el enfrentamiento al cambio climático", sostuvo la Casa Blanca. El acuerdo determina que "Washington y Pekín trabajen unidos por primera vez, junto a otros países, para reducir la producción y el consumo de HFCs", agrega el comunicado.
El acuerdo se basará en las instituciones del Protocolo de Montreal, que algunas veces se emplea como referencia del más exitoso tratado sobre cambio climático, que inicialmente fue diseñado para reducir el agujero de la capa de ozono. Los HFCs son poderosos gases de efecto invernadero que se usan en heladeras, aparatos de aire acondicionado y aplicaciones industriales.
Los presidentes concluyeron las conversaciones que, pese a la distensión mostrada, no llevaron inmediatamente a avanzar en los espinosos temas que enfrentan a sus países, aunque se comprometieron a sentar las bases para un "nuevo modelo" de relaciones entre China y Estados Unidos, en el espíritu de esta cumbre informal, lejos del protocolo de las visitas de Estado.
Ante los periodistas, Obama dijo que quería "un nuevo modelo de cooperación" con Pekín, un concepto retomado por Xi al evocar "un nuevo modelo de relaciones entre países grandes". Señal de la distensión mostrada fue la ausencia de corbatas, aunque ambos mantuvieron su chaqueta.
Después de asegurar que las relaciones entre ambas potencias han alcanzado un "nuevo punto de partida", Xi invitó a Obama a ir a China para una cumbre informal similar a la de Rancho Mirage, aunque no especificó por lo pronto la fecha.
Pero más allá de este intercambio de lugares comunes amables, los casos que perturban las relaciones entre China y Estados Unidos -feroces competidores económicos y geopolíticos pero estrechos socios comerciales- no tardaron en surgir en las conversaciones.
XI HABLA DE "MALENTENDIDOS" RESPECTO A CIBERATAQUES
Mientras que su país ha denunciado operaciones masivas de robo de datos digitales, privados o gubernamentales, por parte de China, Obama fue cauteloso al pedir que se respeten "reglas comunes" por todos los países en un terreno "aún inexplorado" en materia de normas internacionales.
El presidente chino por su parte reconoció que este fenómeno constituía un problema, pero fue fiel a la línea de Pekín asegurando que su país también fue "víctima de ciberataques" y hablando de "malentendidos". Xi no respondió, no obstante, a la pregunta de un periodista estadounidense de si China era responsable de esos ataques digitales en suelo estadounidense.
Además, Obama se vio defendiendo la seguridad informática de su país en momentos en que su propio gobierno se encuentra en el blanco de una polémica por la revelación de una operación de espionaje de información privada a gran escala en nombre de la lucha contra el terrorismo.
El viernes por la noche, Obama habló de los programas balísticos y nucleares de Corea del Norte, aliado de Pekín, sin mencionar la vuelta al diálogo entre Pyongyang y Seúl, anunciada en paralelo en la península coreana. También se refirió a los derechos humanos, cuyo respeto es la "clave del éxito, la prosperidad y la justicia", dijo.
Obama y Xi no ofrecieron una rueda de prensa después de sus conversaciones, pero sus colaboradores próximos explicarán los resultados de las reuniones por la tarde.
Varios cientos de manifestantes contrarios a Xi, miembros del movimiento Falun Gong, defensores de la independencia del Tíbet y de los derechos humanos, se apostaron el viernes a las afueras de Sunnylands, bajo un sofocante calor de 44 grados.
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