En la región noroccidental de Venezuela, se encuentra la península de Paraguaná, próxima a las islas holandesas en el Caribe y que alberga el segundo complejo refinador más grande del mundo, con capacidad para destilar 940.000 barriles diarios de petróleo.
En esta se ubica la ciudad de Punto Fijo, con 270.000 habitantes los cuales van camino a convertirse en un área liberada de las contaminantes bolsas de plástico.
Una ordenanza municipal promulgará en pocos días y que entrará en vigor a comienzos de 2012, prohíbe la comercialización y empleo de bolsas plásticas con capacidad menor a 30 kilogramos –por encima de esa medida se permitirán, pues se las destina a recoger desechos– y castigará en primer lugar a quien las arroje a espacios públicos o las incinere.
En Venezuela la contaminación por bolsas plásticas recorre al país, miles de estás están a un lado de las carreteras, en los ecosistemas más frágiles y en los lechos acuáticos. Recientes investigaciones han demostrado que, se consumen al año 500.000 toneladas de plásticos, de los que se recicla sólo 20 por ciento.
Un tercio son empaques flexibles, por lo que cada uno de los 29 millones de habitantes del país consume anualmente unas 150 bolsas de ese material.
Las dioxinas y elementos tóxicos, que emanan de la combustión de plásticos o por descomposición espontánea, son sustancias cancerígenas que afectan cuerpos acuáticos, suelos, sedimentos, la cadena alimenticia y tejidos humanos.
Las bolsas de plástico, por causa de su mínimo espesor están hechas de polietileno de baja densidad. La naturaleza suele entablar una “batalla” dura contra ese elemento y por lo general se degradan en periodos de 150 a 300 años, y aun así desprenden grandes cantidades de toxinas.
La ordenanza agrega así un territorio más a los otros que en América Latina ya han tomado decisiones similares para erradicar este flagelo contaminante.
Gustavo Carrasquel | ANCA 24
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