[ 06 de Octubre de 2012 14:00 ]
Esa respuesta es brindada por una especialidad relativamente nueva: la Ergonomía. Esta disciplina abarca el estudio de las relaciones entre el hombre y su ambiente de trabajo.
Llaneza Álvarez preside la Asociación Española de Ergonomía (AEE), que abarca el estudio científico de las relaciones entre el hombre y su ambiente de trabajo para contribuir a mejorar la gestión de los recursos humanos, prevenir enfermedades profesionales, mejorar la productividad, reducir el absentismo, etcétera.
La ergonomía apunta a la prevención de los riesgos laborales, mediante la adaptación de los puestos de trabajo y evaluación de sus riesgos ergonómicos y psicosociales, con el fin de sugerir medidas correctivas. El ergónomo tiene también un rol de perito judicial o de ingeniero del factor humano. Otros ergónomos están orientados al diseño, es decir a la mejora de la interacción con los objetos y el entorno. Su ámbito de aplicación es también la escuela, la arquitectura o el urbanismo.
Según la revista francesa L’Expansion, en los Estados Unidos cada vez más empleados optan por renunciar a la silla o usar sillas regulables que permiten una posición de semisentado. Es el caso sobre todo de las empresas de la Silicon Valley, de Google y de Facebook.
Sin embargo, casi todos los especialistas señalan que el primer riesgo es la inmovilidad: “No hay postura ideal: ya sea que se trabaje sentado o de pie, permanecer en la misma posición durante un largo período es penoso”, dice un documento del Instituto Nacional de Investigación y Seguridad de Francia(INRS).
El trabajo describe los inconvenientes de mantener demasiado tiempo una posición y da recomendaciones para evitar las consecuencias negativas de ese sedentarismo laboral.
“Cuando la postura sedente se prolonga más allá de lo razonable, las primeras sensaciones desagradables son: incomodidad, que lleva a cambiar de posición; fatiga, generalmente perceptible primero en los miembros inferiores y luego en los músculos a lo largo de la columna vertebral; por último, dolor”. Entre los factores que agravan las consecuencias de la postura sedente, el INRS señala el estado físico, la edad, las tareas que exigen movilidad articular reducida, el ruido excesivo, una temperatura inadecuada (muy alta o muy baja), poca luz o los reflejos de la pantalla de la computadora. Todos estos aspectos pueden generar en la persona contracciones y crispaciones inconscientes.
“El trabajo en postura sedente o de pie prolongada o inmóvil genera trabas musculares costosas para el organismo porque imponen a los músculos involucrados contracciones estáticas que, cuando se prolongan, son más penosas que las dinámicas (gestos), agrega el documento. Los sistemas de bombeo de los miembros participan de la circulación venosa. El menor cambio de posición provoca modificaciones de la presión en los tejidos y una movilización de los líquidos biológicos nutritivos”.
La inmovilidad, advierte el INRS, impide le funcionamiento normal de esos sistemas.
Conclusión: es imperativo entonces moverse regularmente para permitir la irrigación y nutrición de los músculos.
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