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domingo, 10 de julio de 2011

La falta de visión estratégica dificulta la mejora de la seguridad vial laboral


  • Accidente de tráfico
    SEGURIDAD VIAL LABORAL

    09-07-2011

    La perspectiva cortoplacista del Ejecutivo respecto de los planes de mejora de la seguridad vial laboral cercena los posibles beneficios de la iniciativa. Declara Emiliano Moreno, ex-director técnico de la Cátedra de Seguridad Vial y profesor de la Cátedra de RSE de la Universidad de Alcalá.


  • Los accidentes laborales relacionados con la circulación vial, tanto “in itinere” como “en misión”, suponen ya una macabra realidad cuya dimensión es, sencillamente, intolerable. Haciendo una valoración conservadora, más del 40% de todos los accidentes en desplazamiento es probable que sean accidentes de tráfico. Unas cifras que, analizadas en su conjunto, significan que el 1,5% de todos los accidentes laborales tienen su origen en este tipo de siniestros. O, lo que es lo mismo: la inseguridad vial es ya la segunda causa de accidentes laborales mortales. Además, en la última década, el porcentaje de accidentes “in itinere” sobre el total de accidentes laborales con baja se ha mantenido casi constante.
  • Sin duda, lo insostenible de esta situación, puesta en valor por la presión social llevada a cabo desde determinados sectores de la sociedad civil (partidos políticos y sindicatos, principalmente) así como desde el Gobierno hizo que, el 15 de febrero de 2011, la Comisión no permanente sobre Seguridad Vial y Prevención de Accidentes de Tráfico aprobase una Proposición no de Ley por la que se instaba al Gobierno, entre otras medidas relacionadas con la “prevención laboral y la seguridad vial”, a realizar las modificaciones pertinentes en la actual Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales. Resta, ahora, implantar este mandato parlamentario con eficiencia y eficacia
    Y es, precisamente, a este “pequeño detalle”, al que tenemos que prestar la máxima atención. De lo contrario, tal y como la realidad se ha empeñado en demostrar de manera tozuda (sobre todo, en aquellos asuntos relacionados con la seguridad vial), se corre el riesgo de, una vez más, intentar resolver el problema desde lugares comunes (como ya queda, de hecho, explicitado al considerar este tipo de inseguridad vial un accidente laboral), simplificándolo y, en consecuencia, tratar el síntoma en vez de buscar soluciones eficaces para resolver la causa.
    Estamos ante un problema complejo que impacta de pleno tanto en empresas, habida cuenta de la responsabilidad que tienen hacia sus empleados y la sociedad, como en Administraciones Públicas, que deberán concienciar, apoyar y promover el desarrollo de estrategias de seguridad vial dentro del ámbito empresarial.
    Por ello, resolver el problema de los “accidentes de tráfico laborales” mediante soluciones de continuidad, exige plantear este desafío como un proyecto de dirección estratégica integrado en la política de RSE de las empresas, donde deberá constituirse como una perspectiva más para alcanzar la viabilidad. Y, fomentar esta visión (estratégica), es tarea ineludible de la Administración Pública; de lo contrario, de apoyar exclusivamente la visión utilitarista que supone la manera en la que se está enfocando este problema en la actualidad, el beneficio potencial de esta medida se vería notablemente disminuido.
    Sólo desde una concepción estratégica de la solución es posible abonar el terreno para que cada organización empresarial identifique y valore su nivel de compromiso con la seguridad vial y decida el grado de profundidad con el que la afronta, aportando soluciones que, una vez integradas en la política española de seguridad vial, contribuirán a resolver (de manera sostenida) uno de los principales problemas endémicos de nuestra sociedad: la siniestralidad derivada de la circulación vial.
    ¿Una burbuja más que se desinfla?
    Desde que la Comisión no permanente sobre Seguridad Vial y Prevención de Accidentes de Tráfico aprobó, el 15 de febrero de 2011, la Proposición no de Ley sobre “prevención laboral y seguridad vial”, toda la expectativa creada en un principio se está viendo materialmente desinflada por la falta de visión estratégica: tanto por parte de la administración, que limita al marco de la Prevención de Riesgos Laborales a la mejora de la “seguridad vial laboral”, como de las empresas que, hasta el momento, no disponen de la praxis necesaria para considerarla un proyecto de dirección estratégica. Para evitar que este mandato del Parlamento forme parte del listado de burbujas que se han desinflado en los últimos años, cada actor (Gobierno y empresa) deberá interpretar el papel que le corresponde con diligencia y profesionalidad. Y, para ello, el Gobierno tiene que apoyar a las empresas en este empeño, haciendo pedagogía y fomentando el papel que la seguridad vial está llamada a jugar dentro del desarrollo estratégico de la Responsabilidad Social Empresarial. Una “responsabilidad”, por cierto, que se contempla y se potencia en la Ley de Economía Sostenible.
    Un futuro necesario
    Cada vez son más numerosas las voces que, desde la sociedad civil, se alzan reclamando un comportamiento “responsable” a las empresas que, día a día, pueden ver cómo esa misma sociedad rechaza los comportamientos autistas. En la actualidad, para poder competir, no es suficiente gestionar eficazmente los valores tangibles de la compañía sino que resulta imprescindible explicitar un comportamiento pro-social que retorne a la sociedad parte del beneficio adquirido: en otras palabras, llegar a convertirse en un verdadero “ciudadano empresarial”.
    Alcanzar dicha meta implica pasar de las palabras a los hechos, haciendo de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) un verdadero proyecto de dirección estratégica, superando la concepción neoclásica de empresa y cambiando el modelo de negocio sobre la base de una “competitividad sostenible”. En otras palabras, “cumpliendo las promesas realizadas a todos los grupos de interés con los que se relaciona”. Es por ello que las empresas pueden y deben jugar un papel decisivo, dentro de ese comportamiento pro-social que se les viene demandando, en mejorar el “bienestar social” de sus empleados, proveedores, etc.
    Un “bienestar social” que, en el caso particular de los empleados, está seriamente amenazado por la elevada participación de los llamados accidentes “in itinere” y “en misión” en las trágicas estadísticas de siniestralidad vial. Hecho constatado que parece haber pasado a un segundo plano de la agenda política, tras no poca demagogia por parte de los poderes públicos, quizás por haberlo circunscrito al terreno de los accidentes laborales en vez de enmarcarlo en la RSE.
    Esta visión “oficialista”, eminentemente “métrica” (de planteamiento epidérmico y con tintes punitivos), supone un verdadero impedimento estérico para que las empresas puedan, desde la voluntariedad inherente a las conductas responsables y alineando estrategia y RSE, encarar la mejora de la seguridad vial de sus empleados con planteamientos coherentes y persistentes que redundarán positivamente en el citado “beneficio social” y contribuirán a incrementar su “beneficio privado”.
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