Bettina Wassener INTERNATIONAL HERALD TRIBUNE
Muchos científicos creen que la contaminación plástica del mar es uno de los temas más importantes (junto al cambio climático) que enfrenta el planeta. Es difícil establecer cifras exactas, pero algunos investigadores estiman que 4,7 millones de toneladas llegan cada año al mar.
Atención ecologistas: toneladas de basura flotan sobre los océanos.
Si se trata de cosas insólitas que flotan en el océano, intente superar la siguiente: la presencia de la mitad superior de una dentadura postiza a la deriva en el mar del Sur de la China. “Recuerdo haber pensado: ‘¿Cómo pudo haber llegado allí?', dijo Lindsay Porter, una cientista marina basada en la isla malasia de Kota Kinabalu, quien divisó el objeto desde un barco de investigaciones a unos 200 kilómetros de China en 2009.
Los dientes, enfundados en sus encías plásticas, son parte de las millones de toneladas de basura plástica que termina todos los años en los océanos del mundo.
En su mayoría, son cosas más mundanas y cotidianas: platos de picnic, botellas, encendedores, juguetes, cucharas, zapatillas, condones.
Tomada en su conjunto, esta masa virtualmente indestructible es ahora tan grande que está haciendo que ambientalistas, funcionarios gubernamentales y la misma industria del plástico tomen nota. Muchos científicos creen que la contaminación plástica del mar es uno de los temas más importantes (junto al cambio climático) que enfrenta el planeta.
El problema no es el plástico en sí mismo: incluso aquellos que hacen lobby contra la contaminación plástica reconocen que los materiales de plástico ayudan a combatir el cambio climático, al reducir por ejemplo, el peso (y por ende el consumo de combustible) de los vehículos o al ayudar a insular edificios.
El problema es la enorme cantidad de material existente. El plástico (de bajo costo, liviano y durable) irrumpió en el escenario mundial en los años ’50.
La producción mundial de entonces, de 1,5 millones de toneladas, se disparó ahora a unas 250 millones, según la asociación gremial PlasticsEurope.
La mitad del plástico que se produce sólo se usa una vez antes de ser desechado. Piense en los envases, en las botellas de shampoo, en las hojas de afeitar desechables, en los potes de yogurt. La mayor parte termina en vertederos. Algo se recicla. Pero una cantidad significativa termina en el mar, arrastrada por los ríos o los sistemas de drenaje, dejada en las playas o arrojada desde los barcos.
Es difícil establecer cifras exactas, pero algunos investigadores estiman que 4,7 millones de toneladas llegan cada año al mar, según Plastic Oceans, una organización londinense sin fines de lucro que ha convocado a numerosos científicos para intentar crear una película documental completa sobre el tema.
Hay que tener presente que estos materiales simplemente no se degradan, como los restos de comida, la madera o el papel.
Los científicos creen que toma décadas, cuando no siglos, para que la mayoría de los tipos de plástico se degraden. Eso significa que prácticamente todo el material plástico que ha terminado desde siempre en el océano todavía está allí. (…) Parte de los desechos se hunden hasta el lecho oceánico. Algunos vuelven a ser arrojados a tierra, a veces en sitios remotos y alguna vez prístinos del mundo. Pero la mayoría es gradualmente arrastrado por las corrientes marinas, las que han agrupado al conjunto en cinco “espirales”, o basureros, en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
No se imagine que estos sean las bastas y tangibles islas flotantes de basura sobre las que se puede caminar. Sí: hay sectores visibles de desechos, algunos lo bastante amplios para atrapar o sofocar la vida silvestre.
Sin embargo, la sopa plástica consiste sobre todo de pequeños fragmentos, algunos del tamaño de una uña, algunos mucho más pequeños, que flotan sobre o bajo la superficie por miles de kilómetros. Esta pastosa sustanciano puede ser vista por satélite, lo que hace difícil a los científicos medir o monitorear el problema. Es, sin embargo, claramente visible desde cerca. “Es como un polvo grueso que vaga por el mar. Se puede ver el cambio en la textura del agua”, dijo la investigadora Porter, de la universidad escocesa de St. Andrews.
Aunque estos pequeños fragmentos no atrapan o sofocan a los animales como lo hacen los bolsas plásticas o las redes abandonadas, están siendo cada vez más un foco de preocupación científica.
Las investigaciones han mostrado que los microplásticos son fácilmente tragados y tienden a absorber contaminantes químicos en el mar, como los pesticidas. A algunos científicos les preocupa que estoscontaminantes terminen en la cadena alimenticia, señaló el Programa Medioambiental de Naciones Unidas en un informe de febrero, donde llamó a intensificar las investigaciones. Por el lado positivo, la contaminación plástica ha comenzado por lo menos a ser reconocida como un tema grave.
En una conferencia realizada en Hawaii en marzo, asociaciones de la industria del plástico de todo el mundo se comprometieron a trabajar con los gobiernos y organizaciones no gubernamentales para aumentar las investigaciones y promover iniciativas de reciclaje e impedir la acumulación de basura.
Extraer este caldo de las espirales oceánicas no es realmente una opción. Los costos de navegar cientos de kilómetros por el mar son prohibitivos y la mayor parte de los fragmentos son tan pequeños que simplemente no pueden ser detectados.
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