La petrolera británica inicia una campaña de 'limpieza' de imagen para apaciguar los ánimos de Washington
Pero en una campaña de limpieza de imagen y apaciguamiento de las aguas políticas en Washington, el consejero delegado de la empresa, Tony Hayward, acaba de anunciar en Londres que hay que hacer "todos los esfuerzos para entender el impacto". El millonario programa tendrá una duración de 10 años y estará dirigido por "un comité consultivo independiente" que repartirá los fondos y contará con la participación de biólogos marinos y oceanógrafos.
El comunicado llega a dos días de que se intente el último invento para contener el vertido y cuando las previsiones de éxito más optimistas son pesimistas . El miércoles, BP pondrá en marcha una nueva técnica, conocida como top kill y que consiste en verter lodos pesados y cemento en la fuente de la fuga para acabar con ella. Pero cuestionado sobre las posibilidades de éxito -en una escala de 1 a 10-, el jefe de operaciones de la compañía ha dicho: "Definitivamente no es un 10. Son superiores a cinco... quizá un seis, máximo un siete". No sonaba muy convencido.
Doug Suttles ha hecho este lunes una gira televisiva de relaciones públicas para explicar al país lo que está sucediendo aunque fue incapaz de aportar ningún dato nuevo -litros fugados, por ejemplo-. La opción del top kill no se ha intentado nunca antes. La operación es complicada y propia de una película de ciencia ficción por más que el vertido que comienza a llegar a los humedales de Luisiana y el delta del Misisipi sea un hecho real.
Una serie de robots manejados por ordenador deben bajar a una profundidad de más de un kilómetro y medio, donde la visibilidad es nula y el agua está casi helada. "Necesitamos que esto funcione", ha dicho en un mensaje desesperado pero sin convicción el jefe de operaciones de BP. ¿Y si no es así?, le cuestionaron en CNN. "Existen otras opciones", ha avanzado Suttles. Desde el denominado top hat -reconducir la fuga a través de un tubo que arroje el petróleo a la superficie donde el carguero Enterprise lo recogería- hasta el junk shot o inyección de detritos -una acumulación de basura formada por pelotas de golf, neumáticos o desechos de diversa índole que taponaría la rotura y forzaría la puesta en marcha de la válvula de sellado que no funcionó en su momento-.
Admitiendo que era consciente de la frustración entre los ciudadanos que estaba creando la incapacidad de la compañía para controlar el desastre, Suttles sólo ha acertado decir: "Somos una de los mayores compañías internacionales. Tenemos los mejores instrumentos para trabajar bajo el mar. No creo que nadie sea capaz de hacerlo mejor que nosotros".
Pero la Administración de Barack Obama -de nuevo- parece dar muestras de impaciencia aunque luego no la plasme en actuaciones concretas. En la noche del domingo, el secretario de Interior (responsable de supervisar los recursos naturales del país), Ken Salazar, puso en duda que BP sepa lo que está haciendo. "Si descubrimos que no están haciendo lo que se supone que deberían hacen, los presionaremos para que se aparten" del caso, dijo Salazar desde Houston -donde se encuentra el cuartel general de BP- y antes de iniciar una gira de supervisión que le llevaría a toda la zona afectada. "Estoy enfadado y estoy frustrado", confesó Salazar. "Treinta y tres días después de iniciadas las operaciones de contención, [BP] ha fracasado en todas las fechas límites que se le han impuesto".