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lunes, 2 de abril de 2012

Por negligencia

El accidente del Río Guarapiche es uno de los de mayor impacto socioambiental en la historia del país, pero sorprende el silencio sepulcral. La estatal petrolera junto al MANR y la GN trataron de ocultar la gravedad de lo ocurrido en Monagas

HELIODORO QUINTERO

Los derrames de petróleo en mares, ríos y lagos producen alarmantes niveles de contaminación ambiental: daños a los ser es humanos, la fauna marina, aves, vegetación y aguas, al tiempo que perjudican la pesca y las actividades recreativas de las playas. También, la volatilidad de los hidrocarburos, sus características particulares de persistencia y toxicidad continúan teniendo efectos letales a lo largo del tiempo debajo de las aguas.

Teniendo lo anterior en mente, hace poco los venezolanos fuimos testigos de un nuevo y gravísimo accidente ambiental ocurrido esta vez en las inmediaciones del Complejo Operacional Jusepín del Estado Monagas, al colapsar un oleoducto perteneciente aPdvsa, que originó el vertido de aproximadamente 100 mil barriles de petróleo en una extensión geográfica que abarca más de más de 40 hectáreas. El crudo llegó al río Guarapiche y afectó no sólo sus manglares y rica reserva piscícola, sino también interrumpió el servicio de agua para los habitantes de siete municipios de la región.


Aun cuando el crudo derramado, luego de la fisura de mas de 30 pulgadas que sufriera el oleoducto de Pdvsa, es de ligera densidad (30º a 32º API) lo cual hace menos complicada su posterior recolección, es importante destacar que no fue hasta luego de transcurridas 72 horas del accidente que parsimoniosamente comenzaron a activarse las respectivas cuadrillas de reparación, recolección y limpieza de Pdvsa. Esta demora injustificada fue la que a la postre permitió que el crudo avanzara masivamente en las aguas de río Guarapiche, generando la contaminación inicial en una extensión de aproximadamente un 60% de sus aguas.


Si bien es cierto que debido a sus dimensiones, este accidente debe ser considerado como uno de los de mayor impacto socioambientales en la historia petrolera del país, no deja de sorprendernos el silencio sepulcral que respecto al mismo mantuvieron por espacio de casi dos semanas las autoridades gubernamentales en materia energética y ambiental, quienes al fin y al cabo son las responsables directas de su inmediata atención.


LA EMERGENCIA 


De hecho, el primer comunicado oficial de Pdvsa sobre este "incidente", como fue calificado por la Dirección Ejecutiva de Ambiente de dichas empresa, surge básicamente en respuesta a la declaratoria de emergencia hecha por el mismísimo Gobernador revolucionario del estado Monagas José Gregorio Briceño, quien ante las innumerables protestas y hechos violentos suscitados en buena parte de las poblaciones aledañas al sitio afectado por este derrame, que motivó la suspensión indefinida del servicio de agua potable en la zona (el 80% de la ciudad de Maturín, es decir más de 500 mil personas se vieron afectadas por esta interrupción), no tuvo más alternativa que acudir a los medios privados de comunicación con el objetivo de hacer público el lesivo impacto que este accidente representa para la salud y calidad de vida de la comunidad Monaguense.


En cualquier escenario no politizado, como ha sido la costumbre del gobierno revolucionario, lo menos que se esperaría para la efectiva atención de este tipo de catástrofes ambientales es la conformación de equipos multidisciplinarios integrados por todos los entes con competencia en la materia; así pues deben participar activamente la empresa o ente en cuyas instalaciones se originó el evento, las comunidades científicas, medios de comunicación y en este caso en particular, el gobierno regional, que evidentemente proveerá parte de la logística requerida para atender el accidente, así como la garantía del orden público correspondiente.


Sin embargo, en el caso que ocupa nuestra atención, la realidad fue otra, caracterizada por una suerte de pugilato mediático ­ operativo entre las autoridades del gobierno central, incluyendo Pdvsa, el Ministerio del Ambiente y la Guardia Nacional, que por un lado se dieron a la tarea de ocultar y desconocer la gravedad del hecho, y por el otro, el llamado desesperado del gobierno regional de Monagas a través de los distintos medios privados de comunicación para propiciar la activación inmediata de los planes de contingencia orientados a disminuir en la medida de lo posible, el devastador impacto socioambiental que finalmente alcanzó este accidente en la población, reservas hídricas y las actividades económicas de la amplia zona afectada.


Aun cuando es muy pronto para contabilizar en forma absoluta los daños causados por este accidente, al menos ya hemos podido conocer su potencial destructivo al haber afectado unas 50 hectáreas de cultivos (arroz, tomate y yuca), más de 40 fincas ganaderas en pleno proceso productivo, privar a la población de 7 municipios del estado Monagas del servicio de agua potable y haber originado extensas manchas en las orillas del río Guarapiche, afluente del río San Juan, que representa una importante zona de ciénagas pantanosas y manglares con desembocadura en el Golfo de Paria, caracterizada por la abundante existencia de bancos camaroneros que explotan pescadores de Venezuela y Trinidad y Tobago.


Más recientemente, específicamente el 26 de febrero del año en curso, un nuevo derrame petrolero ocurrió en la comunidad indígena de Kariña, cerca de la ciudad de Cantaura, estado Anzoátegui, luego de que una filtración ocurrida en el oleoducto de Pdvsa que transporta crudo a los tanques de almacenamiento de la empresa Tank-Farm derramara aproximadamente unos 1.200 barriles de petróleo.


Este nuevo accidente ambiental, ocurrido menos de un mes luego del sucedido en el estado Monagas, afectó entre otros; el río Tabascaña, que sirve como fuente de suministro de agua para más de 500 familias del sector y que desde hace algo más de 4 años se ha visto contaminado en un 45% de su extensión por las emanaciones de gas provenientes de 40 pozos petroleros inactivos ubicados en sus cercanías, también se perdieron más de 10 hectáreas de sembradíos y 6 fincas de ganado vacuno y otros animales domésticos.


EL FUTURO 


Ahora entraremos a evaluar otro aspecto de importancia que nos permitirá visualizar con mayor claridad qué nos deparará el futuro en materia de derrames petroleros originados en instalaciones de Pdvsa.


Si tomamos en consideración que las tecnologías e instalaciones de nuestra industria petrolera ubicadas en el oriente del país, es decir en el área geográfica donde han ocurrido los últimos 2 accidentes ambientales de Pdvsa sobre los que tenemos noticia, son las más modernas del país debido a que la explotación petrolera en dicha región es de mucho más nueva data que en la región occidental, pues entonces imaginemos por un momento lo que puede estar sucediendo con la industria petrolera en el Zulia, donde se desarrolla esta actividad desde hace casi 100 años y por consiguiente, sus equipos y tecnologías han de ser objeto de un mantenimiento, tanto preventivo como correctivo, mucho más constante y riguroso, que la nueva Pdvsa en los actuales momentos, evidentemente no está en disposición ni capacidad de brindar.


En el caso particular del Lago de Maracaibo, vale la pena comentar que la actividad petrolera que allí se desarrolla se articula sobre la base de más de 30.000 kilómetros de tuberías que cruzan su fondo, casi 450.000 kilómetros de tuberías que recorren sus adyacencias de este a oeste y de norte a sur y, un total aproximado de 6.000 pozos de extracción petrolera.


Según cifras ofrecidas por el propio gobierno nacional a través de Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, en el Lago de Maracaibo se han producido durante los últimos 10 años cerca de 2.400 derrames de petróleo. Esta alarmante cifra implica un promedio de casi 20 derrames mensuales y refleja un incremento de casi el 60% del índice de siniestralidad registrado entre los años de 1990 y 1998, cuando el promedio mensual de derrames petroleros en el Lago de Maracaibo fue estimado alrededor de 12 derrames mensuales.


El Ejecutivo nacional, como seguramente estaría tentado a hacerlo, no podría jamás justificar el notorio incremento de los derrames en el Lago de Maracaibo durante estos últimos 10 años como consecuencia directa de un súbito aumento de la producción petrolera en dicho reservorio puesto que resultaría evidente su ánimo de mentirle a la población.


Por el contrario, la producción petrolera proveniente del Estado Zulia en general y cuyo bastión fundamental se ubica en aguas del Lago de Maracaibo, ha sufrido una importante merma durante el gobierno revolucionario del Presidente Chávez, la cual hasta el año 2.002 se ubicaba por encima de 1 millón de barriles diarios y en la actualidad, tomado como base el escenario más favorable, podría alcanzar los 800 mil barriles por día.
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http://talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=68534&tipo=AVA

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