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jueves, 27 de diciembre de 2012

Cuenta atrás para detener el calentamiento global, la crisis de los recursos y la pérdida de diversidad biológica

Nuestro estilo de vida es responsable de la desestabilización climática que vivimos.
ENVIADO POR: ECOTICIAS.COM / RED / AGENCIAS, 27/12/2012, 10:17 H
La alimentación, el transporte y los asentamientos urbanos son las actividades que más impactan y agravan la crisis energética y climática, y la Agencia Internacional de la Energía fija 2017 como fecha límite para acotar el incremento térmico a niveles “no irreversibles”. Por ello, en 2012, el Área Ecosocial de FUHEM, en colaboración con la Fundación Biodiversidad, ha puesto en marcha la campaña “Cinco años. Cuando lo importante es también lo urgente” con el propósito de fortalecer nuestra conciencia ecológica y no sucumbir al derrotismo porque hay alternativas para cambiar nuestros hábitos de consumo.
Nuestro estilo de vida es responsable de la desestabilización climática que vivimos. Este cambio del clima que ya está sufriendo la Tierra no se manifiesta en que se suavicen las crudezas del invierno o llueva a destiempo, sino que el aumento de temperatura de tan sólo 2 grados -un aumento aparentemente minúsculo-, podría alterar la producción de alimentos y los suministros de agua y, por tanto, afectar a la salud pública. Sin embargo, la situación se hace más dramática porque de proseguir el ritmo de consumo actual, la temperatura media global aumentaría entre los 3,5 y los 6 grados centígrados, emitiendo a la atmósfera la cantidad de dióxido que debería alcanzarse en 2035 para contener el cambio climático y no desencadenar situaciones de inseguridad humana como consecuencia de hambrunas, pandemias, migraciones masivas de desplazados ambientales, e incluso, conflictos por los recursos escasos.

En el marco, de esta campaña, se ha diseñado un póster desplegable en el que, a través de gráficos didácticos, se puede comprender de un solo vistazo la complejidad del problema y la riqueza de las soluciones. Uno de los ejemplos que se exponen en este material es que el ciudadano medio de las sociedades opulentas “come petróleo”: cada caloría que consume, necesita 80 calorías de petróleo para ser producida, empaquetada, refrigerada y transportada. En cuanto a contaminación y residuos, este modelo de alimentación, supone el 30% de las emisiones que inciden sobre el calentamiento global y, más tarde, unos 7,7 millones de toneladas de comida se despilfarran en nuestro país.

Ante este contexto, desde los sectores privados, surgen alternativas como la proliferación de alimentos transgénicos o la mejora en la eficiencia de los combustibles, aunque se trata de falsas soluciones porque no abordan el problema de la escasez absoluta de recursos y de los efectos en el medio ambiente y en la salud de las personas.

Desde la ciudadanía, emergen iniciativas que incorporan una visión compleja de lo que está pasando. En el blog, Tiempo de actuar, se puede encontrar un espacio para promover y compartir acciones y experiencias prácticas al alcance de la mano para empoderar a la ciudadanía y hacer frente a uno de los principales retos de nuestros días: el cambio climático.

Generar energía renovable, limpia y de producción local, mediante las formas de economía cooperativa; plantar árboles y cultivar un huerto en un colegio con la participación del profesorado, el alumnado y los padres y madres; propiciar proyectos de urbanismo participativo y legitimar la mirada de la infancia y la de la tercera edad para hacer la ciudad más accesible y amigable con estos sectores poblacionales; impulsar dinámicas divertidas para aprender a reciclar correctamente; crear ecobarrios; sustituir una dieta cárnica por una vegetariana; la proliferación de grupos de consumo y compartir el coche y el incremento del uso de la bici, son solo algunos de los ejemplos de experiencias que ya están en marcha y que se pueden encontrar en el blog.

Con esta campaña diseñada para el largo plazo, se pretende visibilizar que la verdadera solución pasa por ser conscientes de que el crecimiento ilimitado es inviable en un planeta finito. Para ello, se añaden a la regla de las tres “erres” de la ecología algunas más como: reevaluar nuestros valores y convertir la competencia en cooperación; reconceptualizar nuestra percepción de la realidad y priorizar la defensa de la vida natural y humana; reestructurar las relaciones sociales y económicas para cambiar nuestro estilo de vida; relocalizar la producción y el consumo de bienes y servicios para estimular el desarrollo endógeno de las comunidades, lo cual pasa por redistribuir los derechos y deberes y repartir equitativamente la riqueza, es decir, vivir sencillamente para que otras personas puedan sencillamente vivir. En relación con los países del sur, se tienen que añadir algunas “erres” más como reembolsar la deuda ecológica que deben los países del “Norte”, romperla dependencia económica y recuperar saberes tradicionales que integran la teoría de la biomímesis.

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