La Unión Europea hizo su directiva a raíz de un accidente en una planta de Milán
Las plantas industriales se rigen por unos protocolos que, en muchos casos, tienen que estar coordinados por Protección Civil
Hay un oxímoron en el refranero español cuando se habla de aprender de los errores. Uno afirma que «nadie escarmienta en cabeza ajena» y otro que «es de sabio aprender con el error ajeno». Esta aparente contradicción se ha aplicado en la Unión Europea en lo relativo a seguridad industrial. El fallo, el error, con el que se intentó escarmentar tiene nombre propio: el desastre de Seveso, ocurrido cerca de Milán en 1976. El accidente y, sobre todo, la ausencia de protocolos sobre cómo actuar después, hizo que los técnicos tomaran buena nota y se aprobara, unos años después, una directiva para los países miembros de la Unión Europea.
Actualmente, según la normativa de la Delegación de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, todas las empresas de productos químicos (una de las más abundantes de la provincia y de las que están sujetas a mayores controles de seguridad) deben tener planes de emergencia interiores. Eso en el caso de que estén aisladas. Si la empresa está dentro de un conjunto industrial (lo que ocurre en la mayor parte de los casos), deben existir planes de emergencia exterior que realiza Protección Civil, en el que se coordinen los efectivos sanitarios, las Fuerzas de Seguridad y los servicios de extinción y control de posibles fugas.
La normativa española que se hace eco de la europea en el tratamiento de seguridad es el Real Decreto 1254/1999 del 16 de julio. Esa misma ley se complementó, a nivel autonómico, con la orden de 18 de octubre de 2000, que añade a la anterior una serie de plazos en cuanto a las actuaciones. En este Real Decreto se informa de qué productos son los considerados peligrosos y las obligaciones que tienen los responsables de cada factoría en caso de suceder un accidente; además, se establecen cómo deben realizarse las inspecciones. Sin embargo, para la ciudadanía en general, es quizá el penúltimo apartado, el referido a la información para la población, el más interesante. Y es que se indica que en caso de producirse un accidente es obligatorio informar a la población de los riesgos que pueden representar para la salud el incidente y cómo se debe actuar para evitar males mayores.
El caso Seveso
El incidente al que hace referencia la directiva europea se refiere al ocurrido en una pequeña planta química de la localidad de Seveso (a 25 kilómetros de Milán). La desinformación de los primeros momentos condujo a escenas de pánico que provocaron, según informes posteriores, más daños que el propio incidente en sí.
Los hechos sucedieron el 9 de julio de 1976. Se produjo un escape de TCDD, uno de los componentes para fabricar el agente Naranja (célebre por ser utilizado por el ejército norteamericano en la guerra de Vietnam). Este agente era empleado para limpiar de vegetación la selva por su fuerte naturaleza desfoliante. Los efectos sobre la población a la que llegó el contaminante son controvertidos y objeto de polémica, ya que mientras que algunos sectores les atribuyen la malformación de algunos fetos y el incremento de casos de cáncer, otros indican que esos números no son significativos y que no pueden achacar a este a este incidente. Sin embargo, sí fue significativa la alta mortandad de animales en la zona, pero la razón fue que, ante el pánico de los habitantes de esta región y su posterior huida, fueron abandonados sin alimento ni bebida. Además, muchos de estos animales, al carecer de alimentación humana, empezaron a comer las plantas del entorno, que sí estaban muy afectadas por el agente químico que se había liberado.
Lo cierto es que la gestión del accidente fue un desastre, por lo que dos empleados de la empresa responsable del vertido fueron condenados (en un principio fueron cinco, pero sucesivas apelaciones les fueron absolviendo). De la experiencia, lo que se consideró inadmisible es que se tardó una semana en comunicar que se había producido el escape de esta sustancia y una semana más en realizar la evacuación. Es decir que, desde que se produjo el accidente, los habitantes estuvieron dos semanas en contacto con los agentes contaminantes sin saber a ciencia cierta qué les podría pasar.
Después del incidente se aprobó, en 1982, la Directiva Seveso, que imponía regulaciones más severas a las industrias pesadas. Actualmente, la normativa que regula este tipo de instalaciones es la conocida como Seveso III, de febrero de 2005.
Dentro de la provincia, es la zona del Campo de Gibraltar la que concentra mayores instalaciones de este tipo. Así, por ejemplo, empresas afectadas por esa regulación son la refinería de Cepsa de Guadarranque, Acerinox, las instalaciones de Repsol butano en San Roque o los depósitos de CLH.
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http://www.lavozdigital.es/jerez/v/20121125/cadiz/seguridad-industrial-ingeniera-aprender-20121125.html
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