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Última actualización 19/04/2009@00:07:18 GMT+1
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La Casa Blanca sentó este viernes la nueva posición de Estados Unidos en dos controvertidos asuntos, la investigación con células madre y la política medioambiental. Por un lado declara la guerra a los gases de efecto invernadero y por otro abre una nueva vía para la investigación con células madre, con los que muestra un giro de 180 grados respecto a la postura asumida por la anterior administración Bush.
En el primer caso, por primera vez en la historia la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) reconoce que los gases de efecto invernadero, en especial el dióxido de carbono (CO2), son nocivos para la salud pública y representan un peligro para el medio ambiente que afectará al bienestar de los ciudadanos y sobre todo a las futuras generaciones."Las evidencias científicas nos indican claramente que los gases de efecto invernadero en la atmósfera se encuentran en niveles sin precedentes por culpa de la actuación del ser humano (...) y parece claro que en el consiguiente cambio climático ya está afectando adversamente, y seguirá haciéndolo en el futuro, al bienestar público", indicó la EPA en un comunicado.
En concreto, la agencia medioambiental se refiere a seis tipos de gases contaminantes, el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno, los hidrofluorocarbonados, los perfluorocarbonados, y el hexafluoruro de azufre, y aunque de momento no establece límites se da por descontado que tomará medidas para regular y frenar las emisiones de estos gases que provocan el calentamiento global.
En su reciente gira europea, Barack Obama anunció que Estados Unidos asumiría el liderazgo en la lucha contra el cambio climático tras reconocer que "durante demasiado tiempo" su país no se tomó en serio este problema, y propuso para ello acabar con la dependencia del mundo respecto a los combustibles fósiles, y explotar el poder de nuevas fuentes de energía como el viento y el sol.
En los últimos años Estados Unidos viene siendo blanco de las críticas de la comunidad internacional por su negativa a tomar medidas en este campo y por su firme rechazo casi en solitario al Protocolo de Kioto, a pesar de que es el responsable de casi una cuarta parte de todas las emisiones de gases contaminantes del planeta.
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