José Grasso Vecchio.- El 13 de diciembre finalizó la Cumbre Sobre el Cambio climático de la ONU (COP2), llevada a cabo en Dubái, la cual se cerró con un acuerdo histórico hacia una transición energética orientada a lograr emisiones netas cero de gases de efecto invernadero para el año 2050. Es histórico porque es la primera vez que se menciona con claridad y se pone fecha a la reducción de las emisiones de gases contaminantes provenientes de la combustión del carbón, el petróleo y el gas natural.
Los efectos de los gases provenientes de la quema de los hidrocarburos crean una capa muy tupida alrededor de la atmósfera que no permite que esos gases salgan del planeta y, en consecuencia, la tierra comienza a calentarse y por tanto se altera el ecosistema al prolongarse las sequías, derretirse los glaciares, subir el nivel del mar en ciertas áreas, entre otros efectos.
Por estas razones las reuniones anteriores se habían fijado un umbral de aumento de la temperatura planetaria de 1,5 grados centígrados, respecto al nivel preindustrial, nivel a partir del cual los científicos estiman que la vida en el planeta tierra correría peligro. Los efectos del cambio climático son reales y visibles y se estima que el pico de máxima contaminación ambiental se alcance en 2025, de allí que un grupo aproximadamente cien países llevaron a la cumbre de Dubái el planteamiento de eliminar tan pronto como en 2030 el uso de los combustibles fósiles, tesis ésta que fue rechazada por los principales países productores de carbón, petróleo y gas, lo que forzó una solución de compromiso hacia la llamada transición energética para 2050, mediante la cual los gases que se emitan serán capturados de manera tal que la emisión neta sea cero.
Pensar en un mundo sin los combustibles fósiles es difícil, porque fueron esos combustibles los que permitieron a la humanidad dar el salto cuántico que hizo posible la industrialización y una mejora sustancial de las condiciones de vida, mediante el transporte, la manufactura y todas las actividades económicas que usan esa energía. Pero a partir de un determinado punto, lo que fue beneficioso se tornó perjudicial, amenazando incluso la existencia misma de la vida en el planeta.
Para lograr esa emisión meta cero se acordaron dos medidas fundamentales. En primer lugar, triplicar durante la transición el uso de las energías renovables, es decir la eólica, solar, hídrica, entre otras y, en segundo lugar, duplicar la eficiencia energética lo que implica multiplicar por dos la energía generada con los mismos recursos empleados. Para los países más pobres, que son los relativamente más afectados por el cambio climático y están en desventajas para afrontarlo, se creó un fondo inicial de US $800 millones para facilitar la transición.
El esfuerzo científico de ahora al 2050 será inmenso para poder crear y aplicar nuevas tecnologías que hagan posible la emisión neta cero. Ello seguramente propiciará una competencia entre empresas y países para ganar la carrera en los nuevos productos para los nuevos tiempos.
Un país con enormes reservas de hidrocarburos y a la vez con gran potencial para producir energías verdes como Venezuela, se le presenta una oportunidad, primero para maximizar la producción de petróleo en lo que sin duda hay que seguir trabajando y buscando el aprovechamiento del máximo potencial y segundo para ir creando las condiciones para generar y comercializar energías renovables. Entendemos por energía renovable a la energía que se obtiene a partir de fuentes naturales inagotables, por la inmensa cantidad de energía que contienen, o por su capacidad de regenerarse por medios naturales, entre otros ejemplos tenemos a la energía solar, la eólica, geotérmica y la hidroeléctrica. Las enormes reservas de petróleo y gas de Venezuela aunado a la gran capacidad de producción de energías verdes nos coloca sin duda en una gran oportunidad
Fuente: https://finanzasdigital.com/la-cumbre-del-cambio-climatico-y-venezuela/
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