Por Marta Gómez Ferrals (Prensa Latina)* La seguridad hídrica tiene en el cambio climático un agente seriamente desestabilizador y es innegable cuánto dependen los países más pobres y en vías de desarrollo de la disponibilidad de fuentes de agua dulce para sobrevivir y avanzar. Las perspectivas ofrecidas por los actuales modelos climáticos, a pesar de los altos niveles de incertidumbre existentes, incluyen el incremento de largos períodos de sequías y de eventos extremos con excesivos volúmenes de precipitaciones. La tendencia es, de acuerdo con algunos expertos, que las reservas de agua de consumo y uso humano sigan disminuyendo en algunas zonas geográficas, donde se localizan en lo fundamental los países en desarrollo. Sin embargo, algunos de esos países, ricos en recursos hidrológicos, tampoco han podido garantizar a su población y planes de desarrollo el conveniente acceso al agua potable. Volviendo al tema del cambio climático y sus consecuencias, recordemos algunas catástrofes, como las inundaciones reportadas este año en Brasil, China y Paquistán. En estos años el exceso de lluvias ha ocasionado terribles crisis humanitarias en países del occidente africano. Demasiadas precipitaciones en algunos lugares, pero al mismo tiempo también es real que en nuestros días el agua potable es un bien relativamente escaso y hasta inaccesible para una buena parte de la población mundial. Datos avalados por la ONU reflejan que unos mil 700 millones de habitantes de la Tierra, en 43 países, viven bajo la presión del "estrés hídrico", por una u otra razones. De los más mil 400 millones de kilómetros cúbicos de agua del planeta, sólo el 2,5 por ciento -algunos estimados dan menos del uno por ciento- es agua dulce, apta para el consumo humano o la actividad agrícola e industrial. La fuente mayor de agua dulce está en las corrientes subterráneas y su volumen es generalmente mayor en casi todas las naciones que la corriente en ríos, lagos y embalses. Sin embargo, procesos como la secular y voraz deforestación y daño a cubiertas vegetales han perjudicado el ciclo de creación de corrientes subterráneas en diversas regiones del planeta. El 70 por ciento del agua dulce terráquea está en los glaciares. Es puro hielo y nieve, en un acelerado y no deseado proceso de derretimiento, pero no a la mano. El incremento de las lluvias que se avizora para algunas regiones del planeta tiene una alta probabilidad de no ser beneficioso y desencadenar inundaciones y deslaves, sin alcanzar a nutrir las corrientes subterráneas. Suelen ocurrir después de una prolongada sequía que el terreno seco, erosionado y degradado no puede absorber el volumen de agua que se acumula e incluso se une a otras poderosas corrientes en la superficie y ocurren los desastres. Y aunque en los factores antes citados no encontramos la causa principal de la crisis del agua -sabemos que está en la inequidad de la distribución-, alrededor de una sexta parte de la población mundial no tiene acceso al agua potable y un tercio carece de la destinada al uso doméstico, según la ONU. En los últimos 10 años, unas 46 naciones de varias regiones del mundo, donde habitan más de dos mil millones de personas, se han visto envueltas en conflictos o crisis internos por escasez de agua. En África, el ascenso de las temperaturas, de la evaporación y de las lluvias se ha acompañado con la reducción del flujo de agua en más de un 40 por ciento en sus principales ríos, en tanto la sequía se ha hecho sistemática en el llamado Cuerno. Incertidumbres y algunos pronósticos Aunque se trabaja en la precisión de los modelos climáticos vinculados a la subida de la temperatura global, los científicos insisten en tener en cuenta la incertidumbre. Ya sea por carencia de suficientes evidencias o porque ocurran sucesos inesperados, imposibles de augurar por el momento. Esta incertidumbre -no hay otra palabra mejor- responde en primer lugar al desconocimiento que por ahora tenemos de cuáles serán los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero. Quizás en la Cumbre del Clima de diciembre se dé una pista al respecto. Tampoco hay mucha claridad en cómo los compromisos vinculantes de emisiones podrían llevarse adecuadamente a los modelos que se reelaboren. Otra razón de dudas para los modelos está en la variación interna de los sistemas climáticos. No son lo mismo los trópicos que los polos. En síntesis, teniendo en cuenta los pronósticos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, hay suficiente evidencia de que el calentamiento global afectará severamente los recursos de agua dulce. Como también hay una alta certidumbre en que la temperatura y los niveles oceánicos están subiendo inusualmente desde la segunda mitad del siglo XX, por causas antropogénicas. Los gases tóxicos retenidos por la atmósfera generadores del calentamiento, retienen más energía solar, lo que influye sobre los ciclos hidrológicos, cambia los patrones de lluvia y aumenta los eventos extremos. Se espera que las regiones hoy áridas o semiáridas, sean cada vez más secas y que la intensidad promedio de las precipitaciones igualmente aumente en todas partes del planeta. Regiones altamente preocupantes por tales razones son Oriente Medio, África del Norte, Asia Central, el Cuerno Africano y África Occidental. Un clima más caliente y lluvioso encontrará entre los países en desarrollo, casi todos ubicados en latitudes medias y tropicales, las regiones más vulnerables y perjudicadas. No sólo su ubicación geográfica contribuye a los riesgos, sino la carencia de mecanismos y recursos para el enfrentamiento y mitigación de los eventos y desastres que ya están padeciendo. Políticas de enfrentamiento "Los generadores de políticas deben idear planes flexibles para garantizar la seguridad hídrica a pesar de la incertidumbre del cambio climático", aconseja el especialista Mark New, profesor adjunto de Ciencias Climáticas de la Universidad de Oxford y del Centro Tyndall, del Reino Unido. "No se debe permitir", reitera el científico, "que la incertidumbre sea una excusa para la inacción: gobiernos, empresarios e individuos han tomado decisiones basándose en información por corroborar,(y) con el cambio climático no debe ser diferente". Un criterio especializado que se une a los muchos a favor de no cruzar los brazos y de buscar soluciones urgentes a este problema. ¿Cuánto más esperaremos? http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=224721&Itemid=1 |
viernes, 1 de octubre de 2010
Cambio climático: ¿Un mundo con menos agua?
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